Santa Faustina nos ayuda a comprender....

.....la bondad de Dios

Fuentes :“La Divina Misericordia en mi Alma” Diario de Santa Faustina
El Libro del Pueblo de Dios “LA BIBLIA”
“MISERICORDIA DIVINA EN SUS OBRAS” Padre Miguel Sopocko
(Confesor y Director Espiritual de Santa Faustina - Beatificado el 28
de Septiembre de 2008)

"Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana". (Mateo 11, 28-30)

En cada libro de la Sagrada Escritura, del Antiguo y del Nuevo Testamento se menciona La Misericordia Divina... De los 150 Salmos 55 glorifican particularmente esa perfección de Dios, y en el Salmo 135 se repite como un estribillo en cada verso: “porque es eterna Su Misericordia.”
En toda la Sagrada Escritura se encuentran más de 400 fragmentos donde se glorifica directamente la Misericordia Divina, en el Libro de los Salmos son 130. Muchos más fragmentos cantan indirectamente la Misericordia Divina. El salmista hablando de la Misericordia Divina no se complace con la palabra “misericordioso”, sino utiliza toda una lista de sinónimos, como si se quisiera fortalecer nuestra convicción de lo infinita que es la Misericordia Divina.
¡A quién no le sorprenderá la abundancia de las expresiones sobre la Misericordia Divina en la Sagrada Escritura ! ¿Quién no preguntará por qué el Autor inspirado lo hace? Vemos en esto el deseo de Dios de darle a la gente Su Misericordia y despertar la confianza en ellos. Dios desea enseñarnos sobre Su vida interior, sobre Su actitud hacia las criaturas, particularmente hacia la gente. Dios desea ser adorado por nosotros en la Misericordia, para que Le imitemos en las obras”
(Tomo I, p. 5-16 “Misericordia Divina en sus Obras”)


La Bondad de Dios

La Misericordia de Dios oculto en el Santísimo Sacramento; la voz del Señor que nos habla desde el trono de la misericordia: Venid a Mí todos. (diario 1485)

Diálogo de Dios con el alma pecadora

Jesús: No tengas miedo, alma pecadora, de tu Salvador; Yo soy el primero en acercarme a ti, porque sé que por ti misma no eres capaz de ascender hacia Mí. No huyas, hija, de tu Padre; desea hablar a solas con tu Dios de la Misericordia que quiere decirte personalmente las palabras de perdón y colmarte de Sus gracias. Oh, cuánto Me es querida tu alma. Te he asentado en Mis brazos. Y te has grabado como una profunda herida en Mi corazón.

El alma: Señor, oigo Tu voz que me llama a abandonar el mal camino, pero no tengo ni valor ni fuerza.

Jesús: Yo soy tu fuerza, Yo te daré fuerza para luchar.

El alma: Señor, conozco Tu santidad y tengo miedo de Ti.

Jesús: ¿Por qué tienes miedo, hija Mía, del Dios de la Misericordia? Mi santidad no Me impide ser misericordioso contigo. Mira, alma he instituido el trono de la misericordia en la tierra y este trono es el Tabernáculo y de este trono de la Misericordia deseo bajar a tu corazón. Mira no Me he rodeado ni de séquito ni de guardias, tienes el acceso a Mi en cualquier momento, a cualquier hora del día deseo hablar contigo y deseo concederte gracias.

El alma: Señor, temo que no me perdones un número tan grande de pecados; mi miseria me llena de temor

Jesús: Mi misericordia es más grande que tu miseria y la del mundo entero. ¿Quién ha medido Mi bondad? Por ti baje del cielo a la tierra, por ti dejé clavarme en la Cruz, por ti permití que Mi Sagrado Corazón fuera abierto por una lanza, y abrí la Fuente de la Misericordia para ti.
Ven y toma las gracias de esta Fuente con el recipiente de la Confianza. Jamás rechazaré un corazón arrepentido, tu miseria se ha hundido en el abismo de Mi misericordia.
¿Por qué habrías de disputar Conmigo sobre tu miseria? Hazme el favor, dame todas tus penas y toda tu miseria y Yo te colmaré de los tesoros de Mis gracias.

El alma: Con Tu Bondad has vencido, oh Señor, mi corazón de piedra; heme aquí acercándome con confianza y humildad al tribunal de Tu misericordia, absuélveme Tu Mismo por la mano de Tu representante. Oh Señor, siento que la gracia y la paz han fluido a mi pobre alma.
Siento que Tu misericordia, Señor, ha penetrado mi alma en su totalidad. Me has perdonado más de cuanto yo me atrevía esperar o más de cuanto era capaz de imaginar. Tu bondad ha superado todos mis deseos. Y ahora Te invito a mi corazón, llena de gratitud por tantas gracias. Había errado por el mal camino como el hijo pródigo, pero Tú no dejaste de ser mi Padre. Multiplica en mí Tu misericordia, porque ves lo débil que soy.

Jesús: Hija, no hables más de tu miseria, porque Yo ya no Me acuerdo de ella. Escucha, niña Mía, lo que deseo decirte: estréchate a Mis heridas y saca de la fuente de la vida todo lo que tu corazón pueda desear. Bebe copiosamente de la Fuente de la Vida y no pararás durante el viaje.
Mira el resplandor de Mi misericordia y no temas a los enemigos de tu salvación. Glorifica Mi misericordia.
(Diario 1485)

“El Señor es fiel en todas sus palabras
y bondadoso en todas sus acciones.”
(Salmo 145. 13)

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