Adoremos a Jesús....

.... en el Santísimo Sacramento del Altar

La Eucaristía fue el núcleo mismo de la existencia de Santa Faustina; de hecho cuando se consagró, tomó el nombre de Sor Faustina del Santísimo Sacramento. "...me sería dificil vivir un día sin recibir la Santa Comunión. Él es mi escudo; sin Tí, Jesús, no sé vivir" (Diario 814)
El texto, extraído de la revista de Espiritualidad "Adoradores", es una guía que intenta ayudarnos para que visitemos y acompañemos a Jesús Sacramentado, no por lo que puede darnos sino para devolver con Amor tanto Amor de quedarse oculto en los velos sacramentales.
Los primeros 15’ ante Jesús

Primer paso: entrar en su presencia

No es fácil advertir que Dios está en Cristo y Cristo en la Eucaristía.
Venimos aturdidos por las ocupaciones y preocupaciones de la vida.
Nos cuesta para la maquinaria para encontrar la Paz en Ti.
Pero no podemos seguir, o mejor dicho comenzar siquiera, si no nos hemos encontrado contigo a través de la fe. Para eso supliquemos pidiendo Fe y repitiendo con calma cuantas veces sea necesario.
Creo Señor que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar con tu cuerpo, alma, sangre y divinidad.
Creo Señor, pero aumenta mi fe.
Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María, tu Amadísima esposa.

Ahora esforcémonos por ser concientes más que nunca

Allí estás Tú, el mismo creador del mundo y yo hoy, aquí en Ti.
Allí estás Tú, el mismo que fue vaticinado por los profetas, y yo hoy aquí, ante Ti.
Allí estás Tú, el mismo que nació en Belén, y yo hoy aquí, ante Ti.
Allí estás Tú, el mismo que realizaba los milagros, y yo hoy aquí, ante Ti.
Allí estás Tú, el mismo que enseñaba las parábolas, y yo hoy aquí ante Ti.
Allí estás Tú, el mismo que padeció y murió por mí, y yo hoy aquí, ante Ti.
Allí estás Tú, el mismo que resucitó y ascendió, y yo hoy aquí ante Ti.
Allí estás Tú, el mismo que prometió y envió el Espíritu Santo, y yo hoy aquí, ante Ti.
Allí estás Tú, el mismo que fundó la Iglesia, y yo hoy aquí ante Ti.
Allí estás Tú, el mismo que veré el día de mi muerte, y yo hoy aquí, ante Ti.
Allí estás Tú, el mismo que vendrás al fin del mundo, y yo hoy aquí, ante Ti.Sí, eres el Hijo de María; y yo hoy vengo aquí, a adorarte.
(Este paso nos requiere de 5 a 7 minutos)
Venimos a Adorar. Pero. ¿Qué es adorar?

Adorar es reconocer en nosotros nuestra nada y en Dios todo, en nosotros nuestra miseria y en Dios la Misericordia.

Sabes, las velas y las flores no son solo adornos sino, ante todo, adoradores, porque se consumen hasta aniquilarse, así también nosotros, reconocemos que ante Ti no somos nada y todo lo que somos, nada menos que hijos es por Ti, por Tu infinito amor que nos has dado por el Bautismo la filiación Divina.
Ahora viene nuestro fructífero esfuerzo en el cual habremos perdido el tiempo nada menos que ante Ti: se trata de hacer un buen exámen de conciencia de esta última semana.
Cuando comenzamos la misa lo primero que hacemos es arrepentirnos, san Pedro, cuando en la pesca milagrosa advirtió que Jesús era Dios, inmediatamente dijo: “Aléjate de mí que soy un pecador.”
Revisemos cómo están nuestras relaciones con Dios, con nuestros hermanos y con nosotros mismos. Revisemos si hemos cumplido los propósitos de la semana pasada. No podemos continuar sin arrepentirnos de verdad. (Rezamos el “Pésame”, “Yo confieso”)

Misericordia, Dios mío (Salmo 50)

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmenza compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra Tí, contra Tí solo pequé,cometí la maldad que aborreces.


Nos vamos despidiendo

Gracias, Señor, porque me admitiste en Tu presencia sin haber solicitado previa audiencia, y me has atendido con amor y atención como si fuese el único habitante del planeta. Ahora quiero darte gracias.

Eucaristía significa acción de Gracias por lo que sería contradictorio que fuese un alma eucarística y que no supiese hacer Acción de Gracias. Ayúdame, Espíritu Santo, a una fervorosa acción de Gracias por todos los beneficios, pero, especialmente, por Cristo que se hace don para mi hoy aquí.





Por los beneficios de esta última semana… (meditar cuáles)
Por haberme creado, por darme todo lo que me diste. (meditar qué)
Por haberme redimido en la Cruz. (meditar)
Por los Sacramentos y la Iglesia. (meditaren el perdón)
Por la Fe y Tu Palabra, ¿qué sería sin fe? (meditar)
Por tu Amor y la Eucaristía. (meditar)
Por la Esperanza. (por llamarme a la eternidad)

En la Eucaristía estás Tú, y allí es donde distribuyes, sobre todo, Tus dones. Señor, somos mendigos, y ahora queremos expresar nuestra confianza pidiéndote rectamente que el Espíritu Santo inspire nuestra acción de gracias:
Pedimos primero la Gracia y la Salvación.
Pedimos la fe, la paz, las virtudes. (meditar cuales)
Pedimos los bienes comunes a la Iglesia y la patria. (cuáles)
Pedimos por nuestra familia y conocidos. (quiénes)
Pedimos por nuestras necesidades temporales, propias y ajenas (quiénes)
Pedimos por nuestros enemigos. (quiénes)
Pedimos por nuestros hermanos difuntos. (nombrarlos)

Ofrecimiento final

Si en estos minutos me he encontrado contigo, el signo inequívoco es el cambio y la trasnformación. Estar contigo me tiene que hacer semejante a Ti. Pero ahora veamos en qué:
¿En la humildad? En qué, cómo.
¿En la mansedumbre? En qué, cómo.
¿En el amor a la Cruz? En qué, cómo.
¿En el sevicio? ¿Compromiso? En qué, cómo.
¿En la pureza y obediencia? En qué, cómo.
Es posible que tenga que examinar otros asuntos más elementales, la misa del Domingo, la fe, la justicia, etc. Pero no puedo irme sin darte el regalo de un buen propósito. ¿Cuál?

Momento mariano

Donde Tú estás siempre está tu Madre. Aquella que en la Cruz nos la diste como Madre; gracias, María, por estar siempre contigo y con nosotros. (Ahora aquí rezamos el Angelus, la Salve, el Ave María, etc.)

Gracias, Jesús, por permitirme haber estado contigo.
Permíteme poder cumplir con el propósito formulado.
Jesús, José y María, hasta la próxima.

Romano Guardini, teólogo contemporáneo alemán decía: “El mundo está enfermo porque no adora”. Cuando no adoramos a Dios reconociendo su gandeza y hermosura, meta de nuestro caminar, nos adoramos a nosotros mismos haciéndonos esclavos de nuestro orgullo y pasiones. Gracias porque adorándote a Ti no me arrodillaré ante los ídolos del dinero, el placer, el orgullo y Tú me das la verdadera paz y alegría.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar, sea por siempre bendito y alabado.
Fuente: Revista de Espiritualidad, información y promoción Eucarística “ADORADORES” (Meditaciones elaboradas por el Pbro. Jorge A. Gandur – CRISTO HOY)

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