Santa Faustina nos enseña a recibir a Jesús

Texto extraído del Diario de Sta. Faustina

"La Divina Misericordia en mi alma"


“Yo soy el pan vivo bajado del cielo.
El que coma de este pan vivirá eternamente.”
(Juan 6,51)

Me veo tan débil que si no tuviera la Santa Comunión caería continuamente; una sola cosa me sostiene y es la Santa Comunión. De ella tomo fuerza, en ella está mi fortaleza.

Temo la vida si algún día no recibo la Santa Comunión. Tengo miedo de mi misma. Jesús oculto en la Hostia es todo para mí.
Del tabernáculo tomo fuerza, poder, valor, luz; es aquí donde busco alivio en los momentos de tormento. No sabría cómo glorificar a Dios sino tuviera la Eucaristía en mi corazón. (Diario 1037)


Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza entre las tinieblas y las tormentas interiores y exteriores.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza en la vida y en la hora de la muerte.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza entre los fracasos y el abismo de la desesperación.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza entre las mentiras y las traiciones.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza entre las tinieblas y la impiedad que sumergen la tierra.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza entre la nostalgia y el dolor, en el que nadie nos comprende.

(150) Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza entre las fatigas y la vida gris de todos los días.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza cuando nuestras ilusiones y nuestros esfuerzos se esfuman.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza entre los golpes de los enemigos y los esfuerzos del infierno.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando las dificultades excedan mis fuerzas y cuando mis esfuerzos resulten inútiles.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando las tormentas agiten mi corazón y el espíritu aterrorizado comience a inclinarse hacia la desesperación.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando mi corazón comience a temblar y el sudor mortal nos bañe la frente.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando todo se conjure contra mí y la negra desesperación comience a introducirse en mi alma.

Oh Santa Hostia, en la que está encerrado el testamento de la Divina Misericordia para nosotros y, especialmente para los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, en [la que] está oculto el Cuerpo y la Sangre del Señor Jesús como testimonio de la infinita misericordia hacia nosotros y, especialmente, hacia los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, que contiene la vida eterna que [de] la infinita misericordia es donada en abundancia a nosotros y, especialmente, a los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, en la que está la misericordia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo hacia nosotros y, especialmente, a los pobres pecadores.

(149) Oh Santa Hostia, en la que está encerrado el precio infinito de la misericordia, que compensará todas nuestras deudas y, especialmente, la de los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, en la que encierra la fuente de agua viva que brota de la infinita misericordia hacia nosotros y, especialmente, para los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, en la que está encerrado el fuego del amor purísimo que arde del seno del Padre Eterno, como del abismo de la infinita misericordia para nosotros y, especialmente, para los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, en la que está guardado el remedio para todas nuestras debilidades, [remedio] que mana de la infinita misericordia, como de una fuente para nosotros y, especialmente, para los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, en la que está encerrado el vínculo de unión entre Dios y nosotros, gracias a la infinita misericordia para nosotros y, especialmente para los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, en la que están encerrados todos los sentimientos del dulcísimo Corazón de Jesús hacia nosotros y, especialmente, hacia los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza en todos los sufrimientos y contrariedades de la vida.



Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando mi vista se apague para todo lo que es terrenal y mi espíritu vea por primera vez los mundos desconocidos.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando mis obligaciones estén por encima de mis fuerzas y el fracaso sea mi destino habitual.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando el cumplimiento de las virtudes me parezca difícil y mi naturaleza se rebele.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando los golpes de los enemigos sean dirigidos contra mí.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando las fatigas y los esfuerzos sean condenados por la gente.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando Tu juicio resuene sobre mí, en aquel momento confiaré en el mar de Tu misericordia. (Diaro 356)

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