Diario de Santa Faustina 348-357


348            Año 1934.

Primer jueves después de Navidad.  Olvidé completamente que hoy es jueves, por eso no hice la adoración.  Junto con otras [hermanas] fui al dormitorio a las nueve.  Extrañamente no lograba dormir.  Me parecía que no había cumplido algo.  En la memoria hice un repaso de mis obligaciones y no pude recordar nada; eso duró hasta las diez.  A las diez vi el rostro martirizado de Jesús.  De Pronto Jesús me dijo estas palabras:  Te esperé para compartir contigo el sufrimiento, ya que ¿quien puede comprender Mis sufrimientos mejor que Mi esposa?  Pedí el perdón a Jesús por ser tibia.  Avergonzada, sin atreverme a mirar a Jesús, pero con el corazón contrito, pedí que Jesús se signara darme una espina de su corona.  Jesús contestó que me daría esa gracia, pero al día siguiente e inmediatamente la visión desapareció.

349            Por la mañana, durante la meditación sentí una espina dolorosa en la parte izquierda de la cabeza; el dolor duró el día entero, pensé continuamente como Jesús había logrado soportar el dolor de tantas espinas que hay en la corona.  Uní mis sufrimientos a los sufrimientos de Jesús y los ofrecí por los pecadores.  A las cuatro, al venir a la adoración, vi a una de nuestras alumnas ofendiendo terriblemente a Dios con los pecados impuros de pensamiento.  Vi también a cierta persona por la cual pecaba.  Un temor atravesó mi alma y pedí a Dios, por los dolores de Jesús, que se dignara sacarla [de] esa horrible miseria.  Jesús me contestó que le concedería la gracia no por ella, sino por mi plegaria; entonces comprendí cuánto deberíamos rogar por los pecadores y especialmente por nuestras alumnas.

350           Nuestra vida es verdaderamente apostólica, no sé imaginarme a una religiosa que viva en nuestras
Casas, es decir en la Congregación nuestra, que no tenga el espíritu apostólico; el celo por la salvación de las almas debería arder en nuestros corazones.

351            (147) Oh Dios mío, cómo es dulce sufrir por Ti, sufrir en los rincones mas secretos del corazón, muy ocultamente, arder como una victima sin ser vista por nadie, pura como el cristal, sin consolación alguna ni compasión.  Mi espíritu arde con el amor activo, no pierdo tiempo en ninguna fantasía, tomo cada momento por separado, ya que esto está en mi poder; el pasado no me pertenece, el futuro no [es] mío, el tiempo presente trato de aprovecharlo con toda el alma.

352            4 I 1935.  Primer capitulo [147] de la Madre Borgia.

Durante este capitulo la Madre [148] resaltaba la vida de fe y la fidelidad en las cosas pequeñas.  En la mitad del capitulo oí estas palabras:  Deseo que haya en ustedes mas fe en el momento actual.  ¡     Qué gran alegría Me da la fidelidad de Mi esposa en las más pequeñas cosas!  De repente miré el crucifijo y vi que Jesús tenía la cabeza vuelta al refectorio y que sus labios no se movían.

353            Cuando lo dije a la Madre Superiora, me contestó:  Usted ve, hermana, como Jesús exige que nuestras vidas sean de fe.  Cuando la Madre se fue a la capilla y yo me quedé para limpiar la habitación  de pronto percibí estas palabras: Di a todas las hermanas que exijo que vivan con el espíritu de fe respecto a las Superioras en el momento actual.  Pedí al confesor de liberarme de esta obligación.

354            Cuando estaba hablando con cierta persona que debía pintar esta imagen, pero que por ciertas razones no la pintaba, durante la conversación con ella oí esta voz en el alma:  Deseo que sea más obediente.  Comprendí que los esfuerzos, aunque sean los mas grandes, pero no tienen el sello de la obediencia, no son agradables a Dios, estoy hablando de un alma consagrada.  Oh Dios, que fácil es conocer Tu voluntad en el convento.  Nosotras, almas consagradas, desde la mañana hasta la noche tenemos claramente indicada la voluntad de Dios y en los momentos de incertidumbre tenemos a las Superioras, a través de las cuales habla Dios.

355            (148) 1934 – 1935.  Víspera del Año Nuevo.  Recibí el permiso de no acostarme, sino de orar en la capilla.  Una de las hermanas me pidió ofrecer por ella una hora de adoración.  Le contesté que sí y rogué por ella una hora entera.  Durante la oración Dios me dio a conocer cuánto esta pequeña alma le era agradable.

La segunda hora de la adoración la ofrecí por la conversión de los pecadores y, especialmente, estuve compensando a Dios por las ofensas del momento actual:  ¡cuánto Dios es ofendido!

La tercera hora la ofrecí según la intención de mi Padre espiritual, pedí con fervor la luz para él en un asunto particular.  Por fin dieron las doce, la última hora del año; terminé en nombre de la Santísima Trinidad y también en nombre de la Santísima Trinidad empecé la primera hora del Año Nuevo.  Pedí a cada Persona la bendición y con gran confianza miré hacia el Año Nuevo, que seguramente no escatimaría sufrimientos.

356      Oh Santa Hostia, en la que está encerrado el testamento de la Divina Misericordia para nosotros y, especialmente para los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, en [la que] está oculto el Cuerpo y la Sangre del Señor Jesús como testimonio de la infinita misericordia hacia nosotros y, especialmente, hacia los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, que contiene la vida eterna que [de] la infinita misericordia es donada en abundancia a nosotros y, especialmente, a los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, en la que está la misericordia del Padre, del Hijo y del Espíritu santo hacia nosotros y, especialmente, a los pobres pecadores.

(149) Oh Santa Hostia, en la que está encerrado el precio infinito de la misericordia, que compensará todas nuestras deudas y, especialmente, la de los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, en la que encierra la fuente de agua viva que brota de la infinita misericordia hacia nosotros y, especialmente, para los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, en la que está encerrado el fuego del amor purísimo que arde del seno del Padre Eterno, como del abismo de la infinita misericordia para nosotros y, especialmente, para los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, en la que está guardado el remedio para todas nuestras debilidades, [remedio] que mana de la infinita misericordia, como de una fuente para nosotros y, especialmente, para los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, en la que está encerrado el vínculo de unión entre Dios y nosotros, gracias a la infinita misericordia para nosotros y, especialmente para los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, en la que están encerrados todos los sentimientos del dulcísimo Corazón de Jesús hacia nosotros y, especialmente, hacia los pobres pecadores.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza en todos los sufrimientos y contrariedades de la vida.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza entre las tinieblas y las tormentas interiores y exteriores.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza en la vida y en la hora de la muerte.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza entre los fracasos y el abismo de la desesperación.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza entre las mentiras y las traiciones.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza entre las tinieblas y la impiedad que sumergen la tierra.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza entre la nostalgia y el dolor, en el que nadie nos comprende.

(150) Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza entre las fatigas y la vida gris de todos los días.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza cuando nuestras ilusiones y nuestros esfuerzos se esfuman.

Oh Santa Hostia, nuestra única esperanza entre los golpes de los enemigos y los esfuerzos del infierno.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando las dificultades excedan mis fuerzas y cuando mis esfuerzos resulten inútiles.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando las tormentas agiten mi corazón y el espíritu aterrorizado comience a inclinarse hacia la desesperación.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando mi corazón comience a temblar y el sudor mortal nos bañe la frente.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando todo se conjure contra mí y la negra desesperación comience a introducirse en mi alma.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando mi vista se apague para todo lo que es terrenal y mi espíritu vea por primera vez los mundos desconocidos.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando mis obligaciones estén por encima de mis fuerzas y el fracaso sea mi destino habitual.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando el cumplimiento de las virtudes me parezca difícil y mi naturaleza se rebele.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando los golpes de los enemigos sean dirigidos contra mí.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando las fatigas y los esfuerzos sean condenados por la gente.

Oh Santa Hostia, confiaré en Ti cuando Tu juicio resuene sobre mí, en aquel momento confiaré en el mar de Tu misericordia.

357      + Oh Santísima Trinidad, confío en Tu infinita misericordia.  Dios es mi Padre, entonces yo, su niña, tengo todo el derecho sobre su Corazón Divino y cuanto más grandes son las tinieblas, tanto mas plena debe ser nuestra confianza.
   

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