358 No comprendo, cómo es posible
no tener confianza en Aquel que lo puede todo; con Él todo y sin Él nada. Él, el Señor, no permitirá ni dejará que
queden confundidos aquellos que han puesto en Él toda su confianza.
359 (151) 10 I 1935. + Jueves. Por la noche, durante la Bendición [149], comenzaron a atormentarme los pensamientos de este
tipo: Todo lo que digo sobre esta gran
misericordia de Dios ¿no es por casualidad una mentira o una ilusión?... y quería
reflexionar sobre esto durante un momento; de repente oí una voz interior clara
y fuerte: Todo lo que dices sobre Mi bondad es verdad y no hay expresiones
suficientes para exaltar Mi bondad. Estas
palabras fueron tan llenas de fuerza y tan claras que daría la vida por ellas,
de que procedían del Señor. Las
reconozco por una profunda serenidad que me acompañó en aquellos momentos y que
quedó después. Esta serenidad me da una
fortaleza y un poder tan grandes que nada son todas las dificultades y las
contrariedades, y los sufrimientos, y la muerte misma. Esta luz me ha levantado un velo del misterio
de que todos los esfuerzos que emprendo para que las almas conozcan la
misericordia del Señor, son muy agradables a Dios y de eso viene a mi alma
tanta alegría que no sé si en el paraíso puede haber mayor. ¡Oh, si las almas quisieran escuchar al menos
un poco la voz de la conciencia y la voz, es decir la inspiración del Espíritu
Santo! Digo: Al menos un poco, ya que si una vez nos
dejamos influir por el Espíritu de Dios, Él Mismo completará lo que nos falte.
360 + Año Nuevo 1935
A Jesús le agrada
participar en lo más pequeños detalles de nuestra vida y a veces cumple mis
deseos secretos, aquellos que más de una vez le oculto a Él mismo, aunque sé
que para Él no puede haber nada secreto.
El día del Año
Nuevo hay entre nosotras la costumbre de sacar por suerte el patrono [150]
particular para todo el año. Por la mañana,
durante la meditación, se despertó en mi uno de estos deseos secretos: aquel que Jesús Eucarístico fuera mi patrono
particular también para ese año, como anteriormente. Sin embargo, ocultando a mi Dilecto ese
deseo, hablé con Él de todo excepto de aquello que deseaba tenerlo como
patrono. Al venir al refectorio a
desayunar, después de hacer la señal de la cruz, empezó el sorteo de los
patronos. Al acercarme a las estampitas
con los nombres de los patronos, tomé una, sin reflexionar, sin leer (152) en
seguida; quise mortificarme algunos minutos.
De repente oí una voz en el alma:
Soy tu patrono, lee. En aquel mismo momento miré la inscripción y leí: “Patrono para el año 1935 la Santísima
Eucaristía.” Mi corazón se estremeció de
alegría y me alejé secretamente del grupo de las hermanas y fui delante del Santísimo
Sacramento, al menos por un breve instante y allí me desahogué de los
sentimientos de mi corazón. Sin embargo,
Jesús me llamó dulcemente la atención de que estuviera en aquel momento junto
con otras hermanas; fui inmediatamente, ateniéndome a la regla.
361 Oh Santa Trinidad, Único
Dios, inconcebible en la grandeza de la misericordia hacia las criaturas y
especialmente hacia los pobres pecadores.
Has revelado el abismo de Tu misericordia inconcebible, impenetrable
para toda mente humana o angélica.
Nuestra nulidad y nuestra miseria se hunden en Tu grandeza. Oh Bondad infinita, ¿Quién puede adorarte
dignamente? ¿hay algún alma que entienda
tu amor? Oh Jesús, tales almas existen,
pero son pocas.
362 + Un día, durante la meditación
matutina, oí esta voz: Yo Mismo soy tu guía, he sido, soy y seré;
pero como Me pediste una ayuda visible, te la he dado. Lo había elegido antes de que Me lo pidieras,
porque esto lo requiere Mi causa. Has de
saber que las faltas que cometes contra él, hieren Mi Corazón; evita
especialmente actuar a tu gusto, que en cada cosa mas pequeña haya un sello de
la obediencia.
Con el corazón
humillado y anonadado pedí el perdón al Señor Jesús por aquellas faltas. Pedí el perdón también al Padre espiritual y decidí
más bien no hacer nada que hacer mucho y mal.
363
Oh Jesús bueno, Te agradezco
por esta gran gracia, es decir, de darme a conocer lo que soy por mi misma,
miseria y pecado, nada más. Por mi misma
puedo hacer una cosa solamente, es decir, ofenderte, oh Dios mío, porque la
miseria por si misma no puede hacer nada mas sino ofenderte, oh Bondad
infinita.
364
(153) + Una vez me pidieron
rezar por cierta alma. Decidí hacer en
seguida una novena a la misericordia del Señor y a esa novena agregué una mortificación
que consistía en llevar en ambas piernas una cadenita [151] durante la Santa
Misa. Hacia tres días que me ejercitaba
en esa mortificación, cuando fui a confesarme y dije al Padre espiritual que había
comenzado aquella mortificación con el supuesto permiso. Pensaba que el Padre espiritual no tendría
nada en contra, sin embargo oí algo contrario, es decir, que no hiciera nada
sin permiso. Oh Jesús mío, otra vez el
arbitrio, pero no me desaniman mis caídas, sé perfectamente que soy la
miseria. A causa de mi salud no recibí
el permiso y el Padre espiritual se sorprendió de cómo hubiera podido
ejercitarme en mayores mortificaciones sin su permiso. Le pedí perdón por mi comportamiento
arbitrario o mas bien por haberme guiado por permisos supuestos y pedí que
cambiara [esas mortificaciones] por otras.
El Padre espiritual me las cambio por una mortificación interior que consistió
en meditar durante la Santa Misa ¿Por qué el Señor Jesús se bautizo? Esta meditación no era para mi ninguna mortificación,
ya que hubo en ello una mortificación de la voluntad, visto que yo no hacia lo
que me gustaba, sino lo que me había sido indicado y en eso consiste la mortificación
interior.
365
Al alejarme del
confesionario y empezar a hacer la penitencia, oí estas palabras: He
concedido la gracia al alma, la cual Me habías pedido para ella, pero no por tu
mortificación que habías escogido tu misma, sino solamente por el acto de
obediencia total frente a Mi suplente he dado la gracia a esta alma, por la que
has intercedido ante Mi y por la que has mendigado la misericordia. Has de saber que cuando aniquilas en ti tu
propia voluntad, entonces la Mía reina en ti.
366
Oh Jesús mío, ten paciencia
conmigo. Estaré ya mas atenta en el
futuro; no lo fundo en mi misma, sino en Tu gracia y en Tu bondad que es tan
grande para mi, una miserable.
367
(154) + En cierta ocasión
Jesús me hizo conocer que cuando le ruego por alguna intención que a veces me
recomiendan, está siempre dispuesto a conceder sus gracias, pero las almas no
siempre quieren aceptarlas. Mi Corazón esta colmado de gran
misericordia para las almas y especialmente para los pobres pecadores. Oh, si pudieran comprender que Yo soy para
ellas el mejor Padre, que para ellas de Mi Corazón ha brotado Sangre y Agua
como de una fuente desbordante de misericordia; para ellas vivo en el
tabernáculo; como Rey de Misericordia deseo colmar las almas de gracias, pero
no quieren aceptarlas. Por lo menos tú
ven a Mí lo más a menudo posible y toma estas gracias que ellas no quieren
aceptar y con esto consolaras Mi Corazón.
Oh, qué grande es la indiferencia de las almas por tanta bondad, por
tantas pruebas de amor. Mi Corazón esta
recompensado solamente con ingratitud, con olvido por parte de las almas que
viven en el mundo. Tienen tiempo para
todo, solamente no tienen tiempo para venir a Mi a tomar las gracias.
Entonces, Me dirijo a ustedes, almas elegidas, ¿tampoco
ustedes entienden el amor de Mi Corazón?
Y aquí también se ha desilusionado Mi Corazón: no encuentro el abandono
total en Mi amor. Tantas reservas, tanta
desconfianza, tanta precaución. Para
consolarte te diré que hay almas que viven en el mundo, que Me quieren
sinceramente en sus corazones permanezco con delicia, pero son pocas. También en los conventos hay almas que llena
de alegría Mi Corazón. En ellas están
grabados Mis rasgos y por eso el Padre Celestial las mira con una complacencia
especial. Ellas serán la maravilla de
los Ángeles y de los hombres. Su número
es muy pequeño, ellas constituyen una defensa ante la Justicia del Padre
Celestial e imploran la misericordia por el mundo. El amor y el sacrificio de estas almas
sostienen la existencia del mundo. Lo
que más dolorosamente hiere Mi Corazón es la infidelidad del alma elegida por mí
especialmente; esas infidelidades son como espadas que traspasan Mi Corazón.
368
(155) 29 I 1935. En la mañana de este martes, durante la meditación
vi. interiormente al Santo Padre celebrando la Santa Misa. Después del Pater Noster conversó con Jesús sobre el asunto que Jesús me había
ordenado decirle. Aunque yo no lo dije
al Santo Padre personalmente, sino que estos asuntos fueron tratados por otra
persona {152], no obstante yo sé, por conocimiento interior, que en este
momento el Santo Padre esta reflexionando sobre esta cuestión que en poco
tiempo se cumplirá según el deseo de Jesús.
369
Antes de los ejercicios
espirituales de ocho días fui a mi director espiritual y le pedí algunas
mortificaciones para el tiempo de los ejercicios, pero no obtuve el permiso
para todo lo que había pedido, sino solamente para algunas cosas. Recibí el permiso para una hora de meditación
de la Pasión del Señor Jesús y para cierta humillación. Pero estaba un poco descontenta de no haber
recibido la autorización para todo lo que había pedido. Cuando regresamos a casa, entré un momento en
la capilla; de repente escuché en el alma una voz: Una
hora de meditación de Mi dolorosa Pasión tiene mayor merito que un año entero
de flagelaciones a sangre; la meditación de Mis dolorosas llagas es de gran
provecho para ti y a Mí Me da una gran alegría.
Me extraña que no hayas renunciado todavía completamente a tu propia
voluntad, pero Me alegro enormemente de que este cambio se produzca durante los
ejercicios espirituales.
370
Este mismo día, mientras
estaba en la iglesia esperando la confesión, vi. los mismos rayos que salieron
de la custodia y se extendieron por toda la iglesia. Eso duró todo el tiempo del oficio; después
de la bendición [se proyectaron] sobre ambos lados y volvieron a la
custodia. Eran claros y transparentes,
como el cristal. Pedí a Jesús que se
dignara incendiar el fuego de su amor en todas las almas tibias. Bajo estos rayos se calentaría el corazón
aunque estuviera frío como un pedazo de hielo, aunque fuera duro como una roca,
se volvería polvo.
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