371 (156) JMJ
Vilna 4
II 1935
Ejercicios espirituales de ocho días.
Oh Jesús, Rey de
Misericordia, he aquí de nuevo el momento en que estoy contigo a solas. Por eso Te suplico por todo el amor con el
que arde Tu Corazón Divino, aniquila en mí completamente el amor propio y en
cambio incendia mi corazón con el fuego de Tu amor purísimo.
372 Al anochecer,
terminada la predica, oí estas palabras:
Yo estoy contigo. Durante estos ejercicios espirituales
consolidaré tu paz y tu ánimo, para que no desfallezcan tus fuerzas para el
cumplimiento de Mis propósitos. Por lo
tanto durante estos ejercicios borraras absolutamente tu propia voluntad y se cumplirá
en ti toda Mi voluntad. Has de saber que
esto te costara mucho, por eso escribe en una página en blanco estas
palabras: Desde hoy no existe en mí mi
propia voluntad, y táchala. En otra página
escribe estas palabras: Desde hoy cumplo
la voluntad de Dios en todas partes, siempre, en todo. No te asustes de nada, el amor te dará
fuerzas y facilitara la realización.
373
En la meditación
fundamental sobre el objetivo, es decir, sobre la elección del amor. El alma tiene que amar, tiene la necesidad de
amar; el alma tiene que volcar su amor, pero no en el barro, ni en el vacío,
sino en dios. Cuanto me alegro meditándolo,
ya que siento claramente que en mi corazón esta solamente Él, únicamente Jesús Mismo;
y amo a las criaturas tanto cuanto me ayudan a unirme a Dios. Amo a todos los hombres porque veo en ellos
la imagen de Dios.
374 (157) JMJ
Vilna 4 II 1935
Desde hoy no existe en mí mi
propia voluntad
En el momento en que
me arrodillé para tachar mi propia voluntad, como me había mandado el Señor, oí
en el alma esta voz: Desde hoy no tengas miedo del juicio de Dios,
ya que no serás juzgada.
+
(158) JMJ Vilna,
4 II 1935
Desde
hoy cumplo la voluntad de Dios
En
todas partes, siempre, en todo [153].
+
(159) JMJ Vilna,
8 II 1935
375 Trabajo interior
particular, es decir, examen de conciencia.
Sobre negarme a mi misma y mi propia voluntad.
I. Negación de la razón, es decir, someterla a
la razón de aquellos que aquí en la tierra sustituyen para mí a Dios
II. Negación de la voluntad, es decir, cumplir la
voluntad de Dios que se me revela a través de la voluntad de aquellos que aquí
sustituyen para mi a Dios y que esta expresada en las reglas de nuestra Congregación.
III. Negación del juicio, es decir, aceptar
inmediatamente sin pensar, sin analizar, sin razonar cualquier orden que recibo
de aquellos que sustituyen para mi a Dios.
IV. Negación de la lengua. No le daré la mas pequeña libertad; en un
solo caso se la daré total, es decir en proclamar la gloria de Dios. Siempre cuando recibo la Santa Comunión, pido
que Jesús se digne reforzar y limpiar mi lengua, para que yo no hiera con ella
al prójimo. De ahí que tenga el máximo
respeto para la regla que habla del silencio.
376
Oh Jesús mío, tengo confianza
en que Tu gracia me ayudara a cumplir estos propósitos. A pesar de que los puntos mencionados arriba están
incluidos en el voto de la obediencia, deseo ejercitarme en ello de modo más
especial, ya que es la esencia de la vida consagrada. Oh Jesús Misericordioso, Te ruego
ardientemente, ilumina mi intelecto para que pueda conocerte mejor a Ti que
eres el Ser Infinito y para que pueda conocerme mejor a mí, que no soy más que
la nada.
377 (160) Sobre la confesión. De la confesión deberíamos obtener dos
beneficios:
1. nos confesamos para ser sanados;
2. para ser educados; nuestras almas
necesitan una continua educación, como el niño pequeño.
Oh Jesús mío,
entiendo profundamente estas palabras y se por experiencia que un alma con sus
propias fuerzas no llegara lejos, se cansara mucho sin hacer nada para la
gloria de Dios; se desvía constantemente porque nuestra mente es oscura y no
sabe distinguir su propia causa. Llamare
una atención especial a dos cosas:
primero, elegiré para la confesión lo que mas me humilla, aunque fuera
algo muy pequeño, pero que me cuesta y por eso lo confesare; segundo, me
ejercitare en la contrición; no solamente a ocasión de la confesión sino en
cada examen de conciencia suscitar en mi la contrición perfecta y,
especialmente, antes de ir a descansar.
Una palabras más: el alma que
desea sinceramente progresar en la perfección, debe seguir estrictamente los
consejos del director espiritual. Tanta
santidad cuanta dependencia.
378 Una vez, mientras
hablaba con el director de mi alma, en un relámpago más veloz que el de un
rayo, vi interiormente su alma en gran sufrimiento, en tal tormento que son
pocas las almas a las cuales Dios prueba con este fuego. Este sufrimiento se debe a esta obra. Llegara
un momento en que esta obra que Dios recomienda tanto, parecerá ser
completamente destruida, y de repente Dios intervendrá con gran fuerza que dará
el testimonio de la veracidad. Ella [la
obra] será un nuevo esplendor para la Iglesia, a pesar de estar en ella desde
hace mucho tiempo. Nadie puede negar que
Dios es infinitamente misericordioso; Él desea que todos lo sepan; antes de
volver como Juez, desea que las almas lo conozcan como Rey de Misericordia. Cuando venga este triunfo, nosotros estaremos
ya en la nueva vida, en la que no hay sufrimientos, pero antes tu alma será
saturada de amargura al ver la destrucción de tus esfuerzos. Sin embargo esta destrucción es solo
aparente, ya que Dios no cambia lo que ha establecido una vez. Pero aunque la destrucción (161) será
aparente, el sufrimiento será real.
¿Cuándo sucederá esto? no sé; ¿Cuánto tiempo durara? No sé [154]. Pero Dios prometió una gran gracia, especialmente a ti y a todos [155] que proclamen esta gran misericordia Mía. Yo Mismo los defenderé en la hora de la
muerte como Mi gloria aunque los pecados de las almas sean negros como la
noche; cuando un pecador se dirige a Mi misericordia, Me rinde la mayor gloria
y es un honor para Mi Pasión. Cuando un
alma exalta Mi bondad, entonces Satanás tiembla y huye al fondo mismo del
infierno.
379
Durante una adoración Jesús me prometió: Con
las almas que recurran a Mi misericordia y con las almas que glorifiquen y
proclamen Mi gran misericordia a los demás, en la hora de la muerte Me comportaré
según Mi infinita misericordia.
Mi Corazón sufre, continuaba
Jesús, a causa de que ni las almas
elegidas entienden lo grande que es Mi misericordia; en su relación [conmigo]
en cierto modo hay desconfianza. Oh, cuanto esto hiere mi Corazón. Recuerden Mi Pasión, y si no creéis en Mis
palabras, creed al menos en Mis llagas.
380
No hago ningún movimiento, ningún
gesto a mi gusto, porque estoy vinculada a la gracia; siempre estoy atenta a lo
que es más agradable a Jesús.
381
Durante una meditación sobre la
obediencia oí estas palabras: En esta meditación, el sacerdote habla [156] de modo especial para ti, has de saber que Yo Me presto su boca. Trate de escuchar con la mayor atención y
todo lo aplicaba a mi corazón, tal como en cada meditación. Cuando el sacerdote afirmo que el alma
obediente se llena de la fuerza de Dios… Si
[157], cuando eres obediente, te
quito tu debilidad y te doy Mi fortaleza.
Me sorprende mucho que las almas no quieran hacer este cambio
Conmigo. Dije al Señor: Jesús, ilumina Tú mi alma, ya que de lo
contrario también yo entenderé muy poco de estas palabras.
382
(162) Se que no vivo para mi,
sino para un gran numero de almas. Se
que las gracias a mi concedidas no son solamente para mi, sino para las
almas. Oh Jesús, el abismo de Tu misericordia
se ha volcado en mi alma que es el mismo de la miseria misma. Te agradezco, Jesús, por las gracias y los
pedacitos de la cruz que me das para cada momento de la vida.
383
Al comienzo de los ejercicios
espirituales vi. al Señor Jesús clavado en la cruz en el techo de la capilla,
mirando con gran amor a las hermanas, pero no a todas. había tres hermanas a las cuales dirigió una
mirada severa. No sé, no sé por que razón,
sé solamente que es una cosa terrible ver tal mirada que es una mirada del Juez
severo. Aquella mirada no me correspondía,
sin embargo me paralizo el miedo; cuando lo escribo, tiemblo toda. No me atreví a decir a Jesús ni una sola
palabra, las fuerzas físicas me abandonaron y pensé que no resistiría hasta el
fin de la predica. Al día siguiente volví
a ver lo mismo que la primera vez y me atreví a decir estas palabras: Oh Jesús, que grande es Tu misericordia. Al tercer día se repitió otra vez la misma
mirada sobre todas las hermanas con gran benevolencia, excepto esas tres hermanas. Entonces, me llene de atrevimiento que venia
del amor hacia el prójimo y dije al Señor: Tu eres la Misericordia misma, como
Tu Mismo me has dicho, pues Te ruego por el poder de Tu misericordia, vuelve Tu
mirada bondadosa también a esas tres hermanas y si esto no es según Tu
Sabiduría, Te ruego hacer un cambio: Que
Tu mirada bondadosa hacia mi alma sea para ellas y que Tu mirada severa hacia
sus almas sea para mi. De súbito Jesús
me dijo estas palabras: Hija Mía, por tu amor sincero y generoso
les concedo muchas gracias, aunque ellas no Me las piden, pero por la promesa
que te he hecho. Y en aquel momento envolvió
también a esas tres hermanas con una mirada misericordiosa. De gran gozo palpitó mi corazón al ver la
bondad de Dios.
384
(163) Cuando me quedé en la
adoración entre las 9 y las 10, se quedaron también cuatro hermanas más. Al acercarme al altar y empezar a meditar la Pasión
del Señor Jesús, un terrible dolor inundó mi alma a causa de la ingratitud de
tan grande numero de almas que viven en el mundo, pero me dolía especialmente
la ingratitud de las almas elegidas particularmente por Dios. No hay modo de expresarla ni de
compararla. Al ver esta mas negra
ingratitud sentí como si el corazón se me desgarrara, me abandonaron
completamente las fuerzas físicas y caí con la cara al suelo sin reprimir un
llanto irrefrenable. Cada vez que
recordaba la gran misericordia de Dios y la ingratitud de las almas, el dolor
traspasaba mi corazón y entendí cuanto eso hería el Corazón dulcísimo de
Jesús. Con un corazón ardiente renové mi
acto de ofrecimiento por los pecadores.
385
Con gozo y deseo he acercado
los labios a la amargura del cáliz que tomo de la Santa Misa todos los días. La pequeña porción que Jesús me ha asignado
para cada momento y la cual no cederé a nadie.
Consolare incesantemente el dulcísimo Corazón Eucarístico, tocare cánticos
de agradecimiento en las cuerdas de mi corazón, el sufrimiento es el tono mas
armonioso. Estaré muy atenta para
presentir ¿con que puedo alegrar Tu Corazón?
386
Siento que Dios me permitirá
levantar el velo para que la tierra no dude de su bondad. Dios no esta sujeto a eclipses ni a cambios,
queda por la eternidad Uno y [siempre] Él Mismo; a su voluntad nada puede
oponerse. Siento en mí una fuerza
sobrehumana, siento el arrojo y la fortaleza debidas a la gracia que vive en mí. Comprendo a las almas que sufren en contra de
la esperanza, porque experimenté en mí este fuego. Sin embargo Dios no da [sufrimientos] por
encima de las fuerzas. A menudo he
vivido con la esperanza contra la esperanza, y he empujado mi esperanza hasta
la total confianza en Dios. Que se haga
conmigo lo que ha establecido desde la eternidad.
387
Seria muy impropio que una
hermana religiosa buscara alivio en el sufrimiento.
388
[He aquí] lo que ha hecho la
gracia y la meditación del criminal más grande.
El que muere tiene un gran amor.
“Acuérdate de mi cuando estés en el paraíso.” El arrepentimiento sincero transforma
inmediatamente a un alma. La vida
espiritual debe practicarse con seriedad y con sinceridad.
389
El amor debe ser
reciproco. Como el Señor Jesús HA bebido
por mí toda la amargura, entonces yo, su esposa, para dar prueba de mi amor
hacia Él, aceptare todas las amarguras.
390
Quien sabe perdonar, se prepara
muchas gracias de parte de Dios. Siempre
que mire la cruz, perdonare sinceramente.
391
La unión con las almas la hemos
recibido con el santo bautizo. La muerte
refuerza el amor. Debo ser siempre de
ayuda para los demás. Si soy una buena
religiosa, seré útil no solamente a la Congregación sino también a toda la
patria.
392
Dios ofrece las gracias de dos
maneras: a través de las inspiraciones y
las iluminaciones. Si pedimos una
gracia, Dios la da, pero debemos querer aceptarla; pero para aceptarla es
necesaria la abnegación. El amor no
consiste en las palabras ni en los sentimientos, sino en la acción. Es un acto de la voluntad, es un don, es
decir, una donación; el intelecto, la voluntad, el corazón, debemos ejercitar
estas tres facultades durante la oración.
Resucitare en Jesús, pero primero tengo que vivir en Él. Si no me separo de la cruz, entonces se
manifestara en mí el Evangelio. Todas
mis deficiencias las completa en mi Jesús, su gracia que obra sin cesar. La Santa Trinidad me ofrece su vida
abundantemente con el don del Espíritu Santo.
Las Tres personas divinas viven en mí.
Si Dios ama, [lo hace] con todo su Ser, con todo el poder de su
ser. Si Dios me ha amado así, ¿cómo
[debo corresponder] a esto yo, su esposa?
393
(165) Durante una predica Jesús
me dijo: En el pequeño racimo elegido tú eres la uva dulce; deseo que el jugo
que circula en ti se transmita a otras almas.
394
Durante la renovación [158] vi.
al Señor Jesús de lado de la epístola, con una túnica blanca y un cinturón de
oro, y en la mano tenía una espada terrible.
Eso duró hasta el momento en que las hermanas comenzaran a renovar los
votos. Súbitamente vi. una claridad
inconcebible, delante de esa claridad vi. una nube blanca en forma de
balanza. En aquel momento se acerco el Señor
Jesús y puso la espada sobre uno de los platillos y éste con todo aquel peso,
bajó hasta la tierra y falto poco para que la tocara completamente. Justo entonces las hermanas terminaron de
renovar los votos. De repente vi. a los ángeles
que de cada una de las hermanas tomaron algo en un recipiente de oro, en forma
como de un incensario. Cuando recogieron
de todas las hermanas y pusieron el recipiente en el segundo platillo, éste prevaleció
sobre el primero, en el cual había sido puesta la espada. En aquel momento, del incensario salio una
llama que [alcanzó] la claridad. En
seguida oí una voz desde la claridad: Reponed la espada en su lugar, la ofrenda
es mayor. En aquel momento Jesús nos
dio a todos una bendición y todo lo que yo veía desapareció. Las hermanas empezaron a recibir la Santa Comunión,
mi alma fue inundada de un gozo tan grande que no logro describirlo.
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