Diario de Santa Faustina 130-149

 


130              (61)  Sin embargo empecé a descuidarme un poco [74].  No hacia caso a estas inspiraciones interiores, trataba de distraerme.  Pero a pesar del ruido y de las distracciones, veía lo que pasaba en mi alma.  La Palabra divina es muy elocuente y nada puede sofocarla.  Empecé a evitar el encuentro del Señor en mi propia alma, porque no quería ser victima de la ilusión.  Sin embargo el Señor en cierto modo me persiguió con sus done y, de verdad, experimentaba, por turno, sufrimientos y alegrías.  No menciono aquí diferentes visiones y gracias que en aquel tiempo Dios me concedió, porque las tengo apuntadas en otro lugar [75], pero diré que aquellos distintos sufrimientos ya llegaron al colmo y me decidí acabar con estas dudas antes de los votos perpetuos.  Durante todo el tiempo de la probación rogué por la luz de un sacerdote, a quien debía revelar mi alma hasta lo más profundo.  Y rogué a Dios que Él mismo me ayudara en esto y me diera la gracia de contar las cosas mas secretas que había entre mi y el Señor, y que me predispusiera a que yo considerara cualquier cosa que aquel sacerdote decidiera como decidida por Jesús Mismo.  No importa cual será el juicio sobre mi, yo deseo solamente la verdad y una respuesta decidida a ciertas preguntas.  Me he encomendado a Dios completamente y mi alma desea la verdad.  No puedo seguir viviendo en dudas; aunque en el alma tenia una certeza tan grande de que esas cosas procedían de Dios que ofrecería mi vida por ellas, sin embargo por encima de todo eso puse la opinión del confesor y decidí comportarme de acuerdo con lo que él consideraría justo y según sus indicaciones.  Veo aquel momento [como] el que decidirá de cómo debo comportarme durante toda la vida.  Sé que de él [aquel momento] dependerá todo.  No tiene importancia si lo que me dirá será de acuerdo con mis inspiraciones o todo lo contrario, eso ya no me importa.  Yo deseo conocer la verdad y seguirla.

131      Oh Jesús, Tú puedes ayudarme.   Y a partir de aquel [momento] empecé.  Escondo todas las gracias en el alma y espero a quien el Señor me mandará.  Sin dudar en nada en mi corazon, rogue al Señor que Él Mismo se dignara ayudarme en estos momentos y el ánimo entró en mi alma.

132      (62)  Debo mencionar todavía que hay algunos confesores que ayudan al alma y son, según puede parecer, Padres espirituales, pero hasta cuando todo va bien; y cuando el alma tiene mayores necesidades, entonces son indecisos y no pueden, o más bien no quieren entender al alma.  Procuran liberarse de ella lo antes posible, pero si el alma es humilde siempre saca alguna pequeña ventaja.  A veces, Dios Mismo envía un rayo de luz a lo profundo del alma, por su humildad y su fe.  A veces, el confesor dice lo que no pensaba decir en absoluto y él mismo no se da cuenta de ello.  Oh, que el alma crea que son las palabras del Señor Mismo; aunque tenemos que creer que cada palabra en el confesionario es de Dios, pero lo de he mencionado mas arriba, es algo que viene directamente de Dios.  Y el alma siente que el sacerdote no depende de sí mismo sino que dice lo que no quisiera pronunciar.  Pues, de este modo Dios recompensa la fe.  Lo experimenté muchas veces en mi misma.  Me sucedió una vez al confesarme con un cierto sacerdote, muy docto y muy estimado.  Siempre me era severo y contrario en esas cosas, pero una vez me dijo:  Debes saber, hermana, que si Dios quiere que hagas eso, pues no debes oponerte.  A veces, Dios quiere ser alabado de este modo.  Quédate tranquila, si Dios ha empezado, terminará, pero te digo:  La fidelidad a Dios y la humildad, y una vez mas la humildad.  Recuerda lo que te he dicho hoy.  Me alegré y pensé que tal vez aquel sacerdote me hubiera entendido.  Pero las circunstancias fueron tales que no me confesé nunca más con él.

                 133    + Una vez, me llamó una de las Madres de mayor edad y de un cielo sereno empezaron [a caer] truenos de fuego, de tal modo que ni siquiera sabia de que se trataba.  Pero poco después entendí que se trataba de lo que no dependía de mí.  Me dijo: Quítese de la cabeza, hermana, que el Señor Jesús trate con usted tan familiarmente, con una persona tan mísera, tan imperfecta.  El Señor Jesús trata solamente con las almas santas, recuérdelo bien.  Reconocí que tenia plenamente razón, porque yo soy miserable, sin embargo confió en la misericordia de Dios.  Cuando me encontré con el Señor, me humillé y dije: Jesús, según dicen, ¿Tú no tratas con las personas miserables?  Quédate tranquila, hija Mía, precisamente a través de tal miseria quiero mostrar el poder de Mi misericordia.   Entendí que la Madre quiso solamente humillarme.

134   (63) + Oh Jesús mío, me has sometido a muchas pruebas en mi corta vida, entendí muchas cosas, incluidas tales que estoy sorprendida.  Oh, que bueno es someterse en todo a Dios y permitir a Dios obrar en el alma con toda la plenitud.

135  En la tercera probación el Señor me dio a entender que me ofreciera a Él para que pudiera hacer conmigo lo que le agradaba.  Debo estar siempre delante de Él como victima.  En un primer momento me asuste, sintiéndome infinitamente miserable y conociéndome bien, contesté al Señor una vez más:  Soy la miseria misma, ¿Cómo puedo ser rehén?  Hoy no lo entiendes.  Mañana te lo daré a conocer durante la adoración.   El corazón y el alma me temblaban.  Estas palabras se imprimieron tan profundamente en mi alma.  La Palabra de Dios es viva.  Cuando vine a la adoración, sentí en el alma que entre en el tempo de Dios viviente, cuya Majestad es grande e inconcebible.  Y el Señor me dio a conocer lo que son frente a Él incluso los espíritus más puros.  Aunque por fuera no veía nada, la presencia de Dios me envolvió por completo.  En aquel momento mi mente fue iluminada de modo singular.  Delante de los ojos de mi alma pasó una visión, como aquella que el Señor Jesús tuvo en el Huerto de los Olivos.  Primero los sufrimientos físicos y todas las circunstancias que los aumentan; los sufrimientos espirituales en toda su extensión y los de los cuales nadie sabrá.  En aquella visión entra todo:  sospechas injustas, pérdida del propio buen nombre.  He descrito eso de modo resumido, pero el conocimiento de eso fue tan claro que lo que viví después no difería en nada de lo que conocí en aquel momento.  Mi nombre debe ser “victima”.  Cuando la visión terminó, un sudor frió fluyó por mi frente.

136            Jesús me dio a conocer que aunque no lo aceptara, no obstante podría salvarme y Él no disminuiría las gracias que me había concedido y seguiría en la misma intimidad conmigo, esto es que aunque no aceptara este sacrificio, la generosidad de Dios no disminuiría.  Y el Señor me dio a conocer que todo el misterio dependía de mí, de mi consentimiento voluntario a ese sacrificio con toda la conciencia de mi mente.  En este acto voluntario y consciente está todo el poder y valor delante de su Majestad.  Aunque no me sucediera nada de aquello a lo que me había ofrecido, delante del Señor es como si ya todo (64) hubiera sucedido.  En aquel momento entendí que entraba en unión con la Majestad inconcebible.  Sentí que Dios esperaba mi palabra, mi consentimiento.  De repente mi alma se sumergió en el Señor y dije:  Haz conmigo lo que Te agrade, me someto a Tu voluntad.  Desde hoy Tu santa voluntad es mi alimento.  Seré fiel a Tus demandas, con la ayuda de Tu gracia.  Haz conmigo lo que Te agrade.  Te suplico, Señor, quédate conmigo en cada momento de mi vida.

137            Súbitamente, cuando acepté este sacrificio con la voluntad y el corazón, la presencia de Dios me traspaso totalmente.  Mi alma fue sumergida en Dios e inundada de una felicidad tan grande que no alcanzo a describirla ni siquiera parcialmente.  Sentía que su Majestad me envolvía.  Fui fusionada con dios de modo singular.  Vi una gran complacencia de Dios hacia mí e igualmente mi espíritu se sumergió en Él.  Consciente de haberme unido con Dios, siento que soy amada de modo particular, y recíprocamente, amo con toda la fuerza de mi alma.  Un gran misterio se produjo durante aquella adoración, un misterio entre yo y el Señor; y me parecía que iba a morir de amor bajo su mirada.  Aunque hablé mucho con el Señor pero sin una palabra.  Y el Señor dijo:  Eres un deleite para Mi Corazón, desde hoy cada acción tuya, la más pequeña, encuentra la complacencia en Mis ojos, cualquier cosa que hagas.  En aquel momento me sentí reconsagrada.  La envoltura del cuerpo es la misma, pero el alma es otra, en ella mora Dios con toda su predilección.  No un sentimiento, sino una realidad consciente a la que nada me puede ofuscar.  Un gran misterio se entrelazó entre Dios y yo.  El ánimo y la fuerza quedaron en mi alma.  Al salir de la adoración, con serenidad miré a los ojos de todo lo que antes tanto temía.

138                  Cuando salí al pasillo, en seguida tuve un gran sufrimiento y humillación por parte de cierta persona.  Lo acepté sometiéndome a la voluntad superior y me estreché profundamente al Sacratísimo Corazón de Jesús, el Señor, dando a conocer que estaba dispuesto a aquello a lo que me había ofrecido.  El sufrimiento broto como de debajo de la tierra, la misma Madre Margarita se extrañó.  A las otras se les perdonan muchas cosas, porque de verdad, no vale la pena hacerles caso, pero a mi no se me perdona nada, cada palabra es analizada, cada paso controlado.  Una de las hermanas me dijo: Prepárese (65), hermana, a aceptar una pequeña cruz que la espera de parte de la Madre Superiora, ¡cuánto lo siento por usted!  Y yo en mi alma estoy contenta de eso y desde hace mucho tiempo estoy preparada para ello.  Al ver mi valor, se sorprendió.  Ahora veo que el alma de por sí no puede mucho, pero con Dios puede todo.  He aquí lo que puede la gracia de dios.  Son pocas las almas que siempre están atentas a la inspiración de Dios, pero aun menos numerosas son las almas que siguen fielmente la inspiración de Dios.

139      Sin embargo, el alma fiel a Dios no puede confirmar por sí sola sus inspiraciones, tiene que someterlas al control de un sacerdote muy culto y experimentado, y hasta no tener certeza, debe mantener una actitud de incredulidad.  Que no se fíe por sí sola de estas inspiraciones y de todas las gracias superiores, porque puede exponerse a muchos daños.

Aunque el alma distingue en seguida las inspiraciones falsas de las que proceden de Dios, no obstante debe ser prudente, porque hay muchas cosas dudosas.  A dios le gusta y se alegra cuando el alma no se fía de Él Mismo por Él Mismo; porque lo ama, es prudente y pregunta y obra en ella es verdaderamente Dios.  Y al asegurarse por un confesor instruido, esté tranquila y se entregue a Dios según sus indicaciones, es decir según las indicaciones del confesor.

140 El amor puro es capaz de grandes empresas y no lo destruyen ni las dificultades ni las contrariedades, si el amor [es] fuerte [a pesar] de grandes dificultades, también es perseverante en la vida cotidiana, gris, monótona.  Sabe que para agradar a Dios, una cosa es necesaria, es decir hacer las cosas mas pequeñas con gran amor, amor y siempre amor.

El amor puro no se equivoca, tiene singularmente mucha luz y no hará nada que no agrade a Dios.  Es ingenioso en hacer lo que es más agradable a Dios y no hay nadie que lo iguale; es feliz cuando puede anonadarse y arder como un sacrificio puro.  Cuanto más se entrega, tanto mas es feliz.  Además, nadie sabe presentir los peligros desde tan lejos como él; sabe quitar la máscara y sabe con quién trata.

141            (66)  + Pero mis tormentos están llegando a su fin.  El Señor me da la ayuda prometida, la veo en dos sacerdotes es decir en los Padres Andrasz y Sopocko.  Durante los ejercicios espirituales antes de los votos perpetuos [76], por primera vez fui tranquilizada profundamente [77] y después fui guiada en la misma dirección por el Padre Sopocko.  En esto se cumplió la promesa del Señor.

142            Cuando fui tranquilizada e instruida sobre cómo avanzar por estos caminos de Dios, mi espíritu se regocijó en el Señor y me parecía que no caminaba, sino que corría;  me fueron desatadas las alas para el vuelo y empecé a volar hacia el ardor mismo del sol y no bajaré hasta descansar en Aquel, en el cual mi alma se sumergió para la eternidad.  Y me entregué completamente a la influencia de la gracia.  Son grandiosos los descensos divinos hacia mi alma.  No me retiro, ni me excuso, sino que me ahogo en Él, como en mi único tesoro.  Soy una sola cosa con el Señor, en cierto modo desaparece el abismo entre nosotros, el Creador y la criatura.  Durante unos días mi alma estaba en casi continuo éxtasis.   La presencia de Dios no me abandonaba ni por un momento.  Y mi alma permanecía en una continua unión amorosa con el Señor.  Sin embargo eso no me impedía cumplir mis deberes.  Sentía que era transformada en el amor, ardía toda, pero sin [daño].  Me sumergía continuamente en Dios, Dios me atraía hacia Sí con tanta fuerza y fortaleza, que en algunos momentos no me daba cuenta de estar en la tierra.  Durante mucho tiempo había reprimido la gracia de Dios y la había temido, ahora Dios Mismo, por medio del Padre Andrasz eliminó todas las dificultades.  Mi espíritu fue dirigido hacia el sol y floreció en sus rayos para Él Mismo, ya no entien [aquí interrumpe y en un párrafo nuevo empieza una idea nueva].

143            + Malgasté muchas gracias de Dios, porque siempre tenia miedo de la ilusion.  Y aunque Dios me atraia a Sí con tanta fuerza que a menudo no estaba en condiciones de oponerme a su gracia, cuando de repente era sumergida en Él y en aquellos momentos Jesús me llenaba tanto con su paz que después, aunque quisiera inquietarme, no podria.  Entonces oí en mi alma estas palabras:  Para que estés tranquila de que soy Yo el autor de todas estas demandas [hechas] a ti te daré una tranquilidad tan profunda, (67) que aunque quisieras inquietarte y asustarte, hoy no estaría en tu poder, pero el amor inundará tu alma hasta hacerte olvidar de ti misma.

144            Mas tarde Jesús me dio otro sacerdote [78], delante del cual me ordenó descubrir mi alma.  En el primer momento lo hice con cierta vacilación, pero una severa amonestación de Jesús dijo a mi alma una profunda humildad.  Bajo su direccion mi alma avanzo rapidamente en el amor de Dios y muchas exigencias del Señor fueron cumplidas en la práctica [79].  Muchas veces su ánimo y la profundidad de su humildad me hicieron reflexionar.

145            Oh, qué mísera es mi alma que malgastó tantas gracias.  Me escapaba de Dios, y Él me perseguia con sus gracias.  Muchas veces recibia las gracias de Dios cuando menos las esperaba.  Desde el momento en que el Señor me dio un director espiritual, soy mas fiel a la gracia.  Gracias al director y su vigilancia sobre mi alma entendi lo que es la direccion espiritual y cómo la ve Jesús.  Jesús me amonestaba por el menor descuido y acentuaba que los asusntos que yo confiaba al confesor, Él Mismo los juzgaba, y cualquier desobediencia frente a él, Me alcanza a Mi.  Cuando, bajo su direccion, mi alma empezo a gozar del profundo recogimiento y paz, a menudo oia en el alma estas palabras:  Fortalécete para la lucha, a veces repetidas mas de una vez.

+ Muchas veces Jesús me da a conocer lo que no le agrada en mi alma, y mas de una vez me amonestó por cosas que parecian insignificantes, pero que en realidad tenian gran importancia, me amonestaba y adiestraba como un Maestro.  Durante muchos años me educó Él Mismo, hasta el momento en que me dio un director espiritual.  Antes Él Mismo me daba a conocer lo que no entendia, y ahora me hace preguntar [por] todo al confesor y a menudo me dice asi:  Y Yo te contestaré por su boca, quédate tranquila.  (68)  No me ha sucedido todavía recibir una respuesta contraria a lo que exigia el Señor y que yo presenté al director espiritual [80].  A veces ocurre que Jesús me recomienda algunas cosas, de las cuales nadie tiene conocimiento y cuando me acerco a la rejilla, lo mismo me recomienda el confesor, pero eso no es frecuente.

+ Cuando el alma recibió mucha luz y muchas inspiraciones durante largo tiempo y cuando los confesores le confirmaron la tranquilidad y la procedencia de ellas [las inspiraciones], si su amor es grande, ahora Jesús le da a conocer que es el tiempo para poner en practica lo que recibió.  El alma conoce que el Señor cuenta con ella y este conocimiento le da mas fuerza, ella sabe que, para ser fiel, tendra que exponerse a distintas dificultades mas de una vez, pero ella confia en Dios y gracias a esta confianza llega alli a donde Dios la llama.  Las dificultades no la espantan, son para ella como el pan de cada día no la espantan nada, ni asustan, como al soldado que continuamente esta en el combate, no le espanta el tronar de los cañones.  [Está] lejos de asustarse, pero aguza los oidos, de qué lado ataca el enemigo, para vencerlo.  No hace nada ciegamente, sino que examina, reflexiona profundamente y sin contar consigo, reza ardientemente y pide consejo de oficiales expertos y con discernimiento; y comportándose asi, gana casi siempre.
Hay ataques, cuando el alma no tiene tiempo de reflexionar, ni de pedir consejo, ni de nada; entonces se debe luchar por la vida o por la muerte; a veces es bueno recurrir a la herida del Corazon de Jesús, sin contestar una sola palabra y por ese [acto] mismo el enemigo está derrotado.

Durante el tiempo de la paz el alma hace esfuerzos al igual que en el tiempo de la lucha.  Tiene que ejercitarse mucho, porque de lo contrario ni hablar de la victoria.  El tiempo de la paz lo considero como el tiempo de preparación para la victoria.  Tiene que vigilar continuamente, vigilancia y, una vez mas, vigilancia.  El alma que reflexiona recibe mucha luz.  El alma disipada se expone a si misma a la caída y que no se sorprenda si cae.  Oh Espíritu Divino, Guía del alma, es sabio aquel a quien Tú adiestras.  Pero, para que el Espíritu Divino pueda obrar en el alma se necesita silencio y recogimiento.

146            (69) La oración.  A través de la oración el alma se arma para enfrentar cualquier batalla.  En cualquier condición en que se encuentre un alma, debe orar.  Tiene que rezar el alma pura y bella, porque de lo contrario perdería su belleza; tiene que implorar el alma que tiende a la pureza, porque de lo contrario no la alcanzaría; tiene que suplicar el alma recién convertida, porque de lo contrario caería nuevamente; tiene que orar el alma pecadora, sumergida en los pecados, para poder levantarse.  Y no hay alma que no tenga el deber de orar, porque toda gracia fluye por medio de la oración.

147  Recuerdo que recibí luz en la mayor abundancia durante la adoración de media hora que hacia todos los días durante la Cuaresma, postrándome en cruz delante del Santísimo Sacramento.  En aquel tiempo me conocí mas profundamente a mi y a Dios.  Para hacer aquella oración encontré muchos obstáculos, a pesar de tener el permiso de las Superioras.  El alma debe saber que para orar y perseverar en la oración, tiene que armarse de paciencia y con  esfuerzo superar las dificultades exteriores e interiores.  Las dificultades interiores: el desaliento, la aridez, la pereza, las tentaciones; las exteriores: el respeto humano y la necesidad de respetar los momentos destinados a la oración.  Yo misma experimenté que si no rezaba la oración en el momento establecido, después tampoco la rezaba, porque no me lo permitían los deberes y si la recé, fue con gran dificultad, porque el pensamiento huía hacia los deberes.  Me sucedió también esta dificultad que si el alma había rezado bien la oración y había salido de ella con un profundo recogimiento interior, otras personas perturbaban ese recogimiento.  Así, pues, es necesaria la paciencia, para perseverar en la oración.  Me sucedió mas de una vez que cuando mi alma estaba sumergida en Dios mas profundamente y sacaba mayor provecho de la oración, y la presencia de Dios la acompañaba durante el día, y en el trabajo había mas concentración y mas perfección, y mas empeño en el deber, no obstante me sucedía que justamente entonces recibía el mayor numero de reproches de ser negligente, indiferente a todo, porque las almas menos recogidas quieren que las demás se les parezcan, ya que constituyen para ellas un remordimiento continuo.

148  (70) +  Un alma noble y delicada puede ser también la mas sencilla, pero de sentimientos delicados; tal alma en todo ve a Dios, lo encuentra en todas partes, sabe encontrar a Dios incluso en las cosas mas insignificantes.  Para ella todo tiene algún significado, aprecia mucho todo, agradece a Dios por cada cosa, de cada cosa saca provecho para el alma y dirige a Dios toda alabanza.  Confía en Él y no se impresiona cuando llega el momento de la prueba.  Sabe que Dios siempre es el mejor Padre y da poca importancia a las consideraciones humas.  Sigue fielmente el más pequeño soplo del Espíritu Santo, goza por este Huésped espiritual y se agarra a Él como un niño a la madre.  Allí otras almas se detienen y asustan.  Ella sigue adelante sin temor y sin dificultad.

149            Cuando el Señor Mismo quiere estar al lado de un alma y guiarla, aleja todo lo que es exterior.  Cuando me enfermé y fui trasladada a la enfermería, tuve muchos disgustos por este motivo.  Éramos dos las internadas en la enfermería.  A Sor N. venían a visitarla otras hermanas, a mi nadie me visitó.  Es verdad que la enfermería es una sola, pero cada una tiene su propia celda.  Las noches de invierno eran largas, la Hermana N. tenía la luz, los auriculares de la radio y yo ni siquiera pude preparar las meditaciones por falta de luz.

Así pasaron casi dos semanas, una noche me quejaba al Señor de tener muchos tormentos, de no poder ni siquiera preparar las meditaciones por no tener luz y me dijo el Señor que vendría todas las noches y me dictaría los temas para la meditación del día siguiente.  Los temas se referían siempre a su dolorosa Pasión.  Me decía:  Contempla Mi tormento delante de Pilato.  Y así, punto por punto, durante toda la semana contemplé su dolorosa Pasión.  Desde aquel momento una gran alegría entró en mi alma y ya no deseaba ni visitas, ni luz.  Me bastaba Jesús por cada cosa.  Las Superioras, cuidaban muchísimo a las enfermas, sin embargo, el Señor dispuso las cosas de tal manera que me sentí abandonada.  Pero este mejor Maestro, para poder obrar directamente en el alma, apartará todo lo que es creado.  Mas de una vez sufrí tantas y tan distintas persecuciones y tormentos, que la misma Madre M. [81] me dijo:  En su camino, hermana, los sufrimientos brotan directamente de debajo de la tierra.  Me dijo:  Yo la miro, hermana, (71) como si estuviera crucificada, pero he observado que Jesús de algún modo entra en esto.  Sea fiel al Señor, hermana.


No hay comentarios:

Publicar un comentario