164 (83) + JMJ Varsovia,
año 1933
La probación antes de
los votos perpetuos [91]
Cuando supe que debía salir a la probación, la alegría latió en mi
corazón frente a la gracia tan inconcebible, como lo es el voto perpetuo. Fui donde estaba el Santísimo Sacramento y
cuando me sumergí en una oración de gracias, oí en el alma estas palabras: Niña
Mía, tú eres Mi deleite, tú eres la frescura de Mi Corazón. Te concedo tantas gracias, cuantas puedes
llevar. Siempre que quieras agradarme,
habla al mundo de Mi gran e insondable misericordia.
165 Algunas semanas
antes de que me anunciaran la probación, al haber entrado yo un momento en la
capilla, Jesús me había dicho: En este momento las Superioras están
anunciando cuales de las hermanas tendrán los votos perpetuos. No todas obtendrán esta gracia, pero son
ellas mismas las que tienen la culpa.
Quien no se beneficia de las gracias pequeñas – no recibirá las
grandes. Pero a ti, niña Mía, esta
gracia es concedida. Un asombro
gozoso envolvió mi alma y eso porque unos días antes una de las hermanas me
había dicho, usted hermana, no tendrá la tercera probación. Yo misma procurare que usted no sea admitida
a los votos. No había contestado a
aquella hermana, pero eso fue muy desagradable para mí, sin embargo traté de
esconder mi dolor, cuanto pude.
Oh, Jesús, que admirable es Tu obrar. Ahora veo que los hombres por si solos pueden
muy poco, porque tuve la probación tal y como me había dicho Jesús.
166 En la oración
siempre encuentro luz y fortaleza del espíritu, aunque a veces hay momentos
pesados y muy desagradables, hasta tal punto que a veces no se alcanza a
comprender que tales cosas pueden suceder en un convento. Por razones misteriosas Dios lo permite a
veces, pero eso sucede siempre para que en el alma destaque una virtud, o para
que se forme. Para esto sirven los
disgustos.
167 (84) Hoy [noviembre de 1932] llegué a Varsovia
para la tercera probación. Tras un
cordial saludo con las queridas Madres, entré un momento en la pequeña
capilla. La presencia de Dios inundó mi
alma y oí estas palabras: Hija Mía, deseo que tu corazón sea formado
a semejanza de Mi Corazón misericordioso.
Debes ser impregnada completamente de Mi misericordia.
La querida Madre Maestra [92] en seguida me preguntó si este año
había hecho los ejercicios espirituales.
Contesté que no. “Pues, primero,
tiene que hacer usted por lo menos tres días de ejercicios espirituales.”
Gracias a Dios, en Walendów [93] había ejercicios espirituales de
ocho días, así que pude aprovecharlos.
Sin embargo empezaron las dificultades cuando se trató de ir a esos
ejercicios. Cierta persona estaba muy en
contra, y yo ya no iba a partir. Después
de comer fui a una adoración de cinco minutos.
Entonces vi. a Jesús que me dijo:
Hija Mía, te estoy preparando
muchas gracias que recibirás durante los ejercicios espirituales, que empezarás
mañana. Contesté: Jesús, los ejercicios han empezado ya, y yo
no voy a ir. Y me dijo: Tú, prepárate, porque mañana empezarás los
ejercicios espirituales y tu salida, Yo la arreglaré con tus Superioras. Y Jesús desapareció repentinamente. Me puse a pensar en cómo sucedería eso. Pero en un solo instante dejé de pensarlo,
dedicando ese momento a la oración, pidiendo al Espíritu Santo que me diera la
luz para conocer toda la miseria que soy.
Y después de un instante Salí de la capilla a mis deberes. Poco después la Madre General [94] me llama y
me dice: Hermana, hoy mismo usted irá a
Walendów con la Madre Valeria, para que ya desde mañana pueda empezar los
ejercicios espirituales. Afortunadamente
está [aquí] la Madre Valeria, entonces irán juntas. No habían pasado dos horas y ya estaba en
Walendów. Me ensimismé un momento y
entendí que solamente Jesús pudo solucionar las cosas de esta manera.
168
(85) Cuando me vio aquella persona que se oponía
intensamente a que yo hiciera los ejercicios espirituales, mostró su sorpresa y
su descontento. Sin embargo yo, sin reparar
en nada, la saludé cordialmente y fui a hacer una visita al Señor, para pedir
instrucciones cómo comportarme durante los ejercicios espirituales.
169 Mi conversación con el Señor
Jesús antes de empezar los ejercicios espirituales. Jesús me dijo que esos ejercicios serian un
poco diferente de los otros. Al tratar Conmigo procurarás alcanzar una
profunda calma. Eliminaré todas las
incertidumbres al respecto. Yo sé que
ahora estás tranquila, mientras te estoy hablando; pero en cuanto deje de hablar,
empezarás a buscar dudas, pero has de saber que fortaleceré tu alma hasta tal
punto que aunque quisieras inquietarte no estaría en tu poder. Y como prueba de que soy Yo quien te habla,
el segundo día de los ejercicios espirituales irás a confesarte con el
sacerdote que dirige los ejercicios.
Irás a él en cuanto termine la meditación y preséntale los temores que
tienes respecto a Mi, y Yo te contestaré por su boca y entonces terminarán tus
dudas. Durante esos ejercicios
espirituales observa un silencio tan riguroso como si en tu alrededor no
existiera nada. Hablarás solamente
Conmigo y con el confesor, a las Superioras les pedirás solamente
penitencias. Me alegré muchísimo de que
el Señor Jesús me hubiera mostrado tanta benevolencia y de que se hubiera
humillado hacia mí.
170 Primer día de los ejercicios
espirituales. Por la mañana procuré ser
la primera en llegar a la capilla, antes de la meditación tuve todavía un
momento para la oración al Espíritu Santo y a la Santísima Madre. Pedí ardientemente a la Virgen que me
obtuviera la gracia de ser fiel a esas inspiraciones interiores y que yo
cumpliera fielmente toda la voluntad de Dios.
Inicié esos ejercicios con un ánimo muy especial.
171 (86) Lucha por mantener el silencio. Como sucede normalmente, a los ejercicios
espirituales vienen hermanas de varias casas.
Una de las hermanas que yo no había visto desde hacia mucho tiempo, vino
a mi celda y dijo que tenia algo que decirme.
No le contesté nada y ella se dio cuenta de que yo no quería romper el
silencio. Me contestó: No sabia, hermana, que usted fuera tan rara,
y se fue. Entendí que esa persona no
tenia otro interés hacia mi que el de satisfacer su curioso amor propio. Oh Dios mantenme en la fidelidad.
172 El Padre [95]
que dirigía los ejercicios espirituales, era de América. Vino a Polonia por poco tiempo y coincidió que nos predicara los
ejercicios a nosotras. En ese hombre se
reflejaba una profunda vida interior. Su
aspecto revelaba la grandeza del espíritu; la mortificación y el recogimiento
caracterizaban a aquel sacerdote. Sin
embargo, a pesar de las grandes virtudes que aquel sacerdote poseía,
experimenté enormes dificultades para revelarle mi alma en cuanto a las
gracias, porque en cuanto a los pecados es siempre fácil, pero en lo que se
refiere a las gracias, de verdad tengo que imponerme un gran esfuerzo y aun con
esto no digo todo.
173Tentaciones de Satanás durante las meditaciones. Me invadió extrañamente el temor de que el
sacerdote no me entendiera o no tuviera tiempo para que pudiera exponerle
todo. ¿Cómo le hablaré de todo
esto? Si fuese el Padre Bukowski, me
resultaría más fácil, pero a este jesuita lo veo por primera vez. En ese momento me vino a la mente el consejo
del Padre Bukowski [96], quien me había dicho que cuando hiciera los ejercicios
espirituales, debería tomar nota, aunque brevemente, de la luz que Dios me
mandaría y por lo menos de eso darle cuenta, aunque brevemente. Oh Dios mío, un día y medio me ha pasado tan
fácilmente: ahora esta empezando la
lucha de vida o muerte. Dentro de media
hora debe haber la meditación y después tengo que ir a confesarme. Satanás me hace creer que si las Superioras
dijeron que mi vida es una ilusión, ¿para qué preguntar todavía (87) y molestar
al confesor? Después de todo, la M. X
[97] te dijo que Jesús no tiene ese tipo de relaciones con almas tan
miserables; lo mismo te dirá ese confesor.
¿A qué hablar de esto? Al fin y
al cabo no son pecados, y la Madre X te dijo explícitamente que todos esos
contactos con el Señor Jesús son un sueño, pura histeria, pues, ¿para qué
hablar de eso a ese sacerdote? Vas a
hacer mejor si lo rechazas todo como una ilusión. Mira, cuántas humillaciones sufriste y
cuántas sufrirás todavía, además las hermanas saben que eres histérica. ¡Oh Jesús!, grité con toda la fuerza de mi
alma. Justo en aquel momento el Padre
salió para dar la conferencia. Habló
brevemente, como si tuviera prisa.
Terminada la conferencia se sentó en el confesionario. Miré alrededor, ninguna hermana se
acercaba. Me levanté rápidamente de mi
reclinatorio y en un momento estaba junto a la rejilla. No hubo tiempo para ninguna reflexión.
174
En vez de hablar al Padre de
mis dudas que me fueron infundidas respecto a Jesús, comencé a relatarle todas
las tentaciones que he descrito arriba.
Sin embargo el confesor se dio cuenta en seguida de mi situación y
dijo: Hermana, usted no confía en Jesús,
porque se comporta con usted con tanta benevolencia. Pues, hermana, este completamente
tranquila. Jesús es su Maestro y su
comunión con Jesús no es ni una histeria, ni un sueño, ni una ilusión. Sepa hermana, que está en el buen camino. Trate de ser fiel a estas gracias y no debe
evitarlas. No es nada necesario que
usted hable de estas gracias interiores a las Superioras, si no fuera por una
orden clara de Jesús, y antes consulte al confesor. Pero si Jesús pide alguna cosa que está al
exterior, entonces, tras consultar al confesor, usted debe cumplir lo que el
Señor pide, aunque eso la cueste muchísimo.
Y por otra parte, usted, hermana tiene que hablar de todo con el
confesor. No hay absolutamente otro
camino para usted. Ore, hermana (88),
para obtener un director espiritual, porque en el caso contrario, usted
desperdiciará estos grandes dones de Dios.
Le repito otra vez esté tranquila, usted está en el buen camino. Ignore todo y siempre sea fiel al Señor
Jesús, sin reparar en lo que digan de usted, hermana. Precisamente con tales almas miserables el
Señor Jesús trata de esta manera y cuánto mas usted se humille, tanto mas Jesús
se unirá a usted.
175 Cuando me alejé de la rejilla,
una alegría inconcebible inundó mi alma hasta tal punto que me retiré a un
lugar apartado en el jardín, para esconderme de las hermanas y permitir al
corazón desbordarse plenamente hacia Dios.
La presencia de Dios me penetró por completo y en un solo momento toda
mi nada se sumergió en Dios y en aquel momento sentí, es decir distinguí las Tres
Personas Divinas que habitaban en mí, y la paz que tenia en el alma era tan
grande que me asombraba yo misma, de cómo había sido posible estar intranquila.
176 + Propósito: Fidelidad a las inspiraciones interiores,
aunque eso me costara no sé cuánto. No
hacer nada por mi misma sin consultar antes al confesor.
177 +Renovación de los votos. Desde la primera hora, cuando me desperté, en
seguida mi alma se sumergió entera en Dios, en este océano de amor. Sentía que estaba toda sumergida entera en
Él. Durante la Santa Misa mi amor hacia
Él alcanzó una gran intensidad. Después
de renovar los votos y de la Santa Comunión, de repente vi. al Señor Jesús que
me dijo con benevolencia: Hija Mía, mira Mi Corazón misericordioso. Cuando me fijé en este Corazón Santísimo,
salieron los mismos rayos que están en la imagen, como Sangre y Agua, y entendí
lo grande que es la misericordia del Señor.
Y Jesús volvió a decir muy amablemente:
Hija Mía, habla a los sacerdotes
de esta inconcebible misericordia Mía.
Me queman las llamas de la misericordia, las quiero derramar sobre las
almas, [y] las almas no quieren
creer en Mi bondad. De repente Jesús
desapareció. Sin embargo, todo el día mi
espíritu estuvo (89) sumergido en la sensible presencia de Dios, a pesar del
ruido y de la conversación que suele haber después de los ejercicios
espirituales. A mi eso no me molestó
nada. Mi espíritu estaba en Dios, a
pesar de que exteriormente yo tomaba parte en las conversaciones y hasta fui
con una visita a Derdy [98].
178 Hoy empezamos la tercera
probación [99]. Nos reunimos las tres
junto a la M. Margarita, porque las demás hermanas tenían la tercera probación
en el noviciado. La Madre Margarita
empezó con una plegaria y una explicación sobre lo que consiste la tercera
probación, y recordó lo grande que es la gracia de los votos perpetuos. De repente me vino un gran llanto. En un solo momento, delante de los ojos de mi
alma aparecieron todas las gracias de Dios y me vi. tan miserable e ingrata
frente a Dios. Las hermanas empezaron a
reprenderme ¿por qué se puso a llorar tanto? Pero la Madre Maestra me defendió
y dijo que eso no la asombraba.
Terminada la
hora fui delante del Santísimo sacramento y como la miseria y la nada más
grandes, le
suplique por su misericordia y que se dignara sanar y purificar mi pobre
alma. De repente oí estas palabras: Hija
Mía, todas tus miserias han sido quemadas en el fuego de Mi amor, como una
pajita arrojada en unas llamas enormes.
Y con esta humillación atraes a ti y a otras almas todo el mar de Mi
misericordia. Y contesté: Jesús,
forma mi pobre corazón según Tu divina complacencia.
179 Durante todo el periodo de la
probación mi tarea fue la de ayudar a la hermana en el vestuario [100]. Esta tarea me dio muchas ocasiones para
ejercitarme en las virtudes. Más de una
vez, iba tres veces [seguidas] a llevar ropa interior a ciertas hermanas y no
era suficiente para satisfacerlas. Pero
conocí también grandes virtudes de algunas hermanas, que pedían siempre
traerles (90) lo peor de todo el vestuario.
Admiraba ese espíritu de humildad y de mortificación.
180 + Durante el Adviento se
despertó en mi alma un vivo deseo de Dios.
Mi espíritu anhelaba a Dios con toda la fuerza de su ser. En aquel tiempo el Señor me dio mucha luz
para que conociera sus atributos.
El primer atributo
que el Señor me dio a conocer, fue su Santidad.
Esta Santidad es tan grande que delante de Él tiemblan todas las
Potencias y todas las Fuerzas. Los
espíritus puros encubren sus rostros y se sumergen en adoración permanente, y
la única expresión de su adoración sin límites es Santo… La Santidad de Dios es
derramada sobre la Iglesia de Dios y sobre cada alma que vive en ella pero no
en grado igual. Hay almas completamente
divinizadas, pero hay también almas apenas vivas.
El segundo
atributo que el Señor me dio a conocer, fue su Justicia. Su Justicia es tan grande y penetrante que
llega hasta el fondo de la esencia de las cosas y delante de Él todo se
presenta en desnuda verdad, y nada podría continuar subsistiendo.
El tercer
atributo fue el Amor y la Misericordia.
Y entendí que el mayor atributo es el Amor y la Misericordia. El une la criatura al Creador. El amor más grande y el abismo de la
misericordia los reconozco en la Encarnación del Verbo, en su redención, y de
esto entendí que éste es el más grande atributo de Dios.
181 Hoy limpiaba la habitación de
una de las hermanas. A pesar de que
trataba de limpiarla con máximo esmero, ella me seguía diciendo durante todo el
tiempo: Aquí hay polvo, allí una manchita en el suelo. A cada señal suya yo pasaba y repasaba lo
mismo, hasta diez veces (91), para tenerla contenta. No es el trabajo que cansa sino la habladuría
y las exigencias desmedidas. No la
satisfizo mi martirio de un día entero, sino que fue a la Maestra para
quejarse. Le digo, Madre, ¡qué hermana
tan desatenta!, no sabe apresurase. Al
día siguiente fui a hacer el mismo trabajo sin una palabra de explicación. Cuando volvió a molestarme, pensé: Jesús, es
posible ser un mártir silencioso; las fuerzas disminuyen no por el trabajo,
sino por este martirio.
182 Comprendí que algunas personas
tienen un don especial de atormentar a los demás. Los
ejercitan a más no poder. Pobre
aquella alma que cae bajo su mano. No
cuenta nada, las mejores cosas son juzgadas al revés.
+ Vigila de la Noche Buena
Hoy me uní
estrechamente a la Santísima Virgen, viví sus momentos íntimos. Por la noche, antes de partir “oplatek”*,
entré en la capilla, para intercambiarlo espiritualmente con las personas
queridas y pedí a la Virgen las gracias para ellas. Mi espíritu estaba sumergido completamente en
Dios. Durante la Santa Misa de
Medianoche vi. al Niño Jesús en la Hostia; mi
Espíritu se sumergió
en Él. Aunque era un Niñito, su Majestad
penetró mi alma. Me impresionó
profundamente este misterio, este gran humillarse de Dios, este inconcebible
anonadamiento Suyo. Durante toda la
fiesta de la Navidad lo tuve vivo en el alma.
Oh, nosotros nunca comprenderemos este gran humillarse de Dios; cuanto
mas lo medito [aquí la frase ha quedado interrumpida].
* En Polonia antes de empezar la cena de la
Nochebuena, todos los miembros de la familia y otras personas reunidas en torno
a la mesa navideña, parten “oplatek” (leer – opuatek, que es un trozo de la
hostia no consagrada) y se dan augurios para todo el año. Es una tradición muy antigua y muy difundida.
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