Diario de Santa Faustina 229-245


          
La pequeña novicia de Jesús – Sor Faustina

229                 6) + Al comienzo de los ejercicios espirituales Jesús me dijo:  En estos ejercicios espirituales, seré Yo Mismo quien dirija tu alma; quiero confirmarte en la tranquilidad y en el amor.  Y así me transcurrieron los primeros días.  Al cuarto día comenzaron a atormentarme grandes dudas de que ¿no me encontraba, acaso, en una falsa tranquilidad?  De pronto oí estas palabras:  Hija Mía, figúrate que eres la reina de toda la tierra y que tienes la posibilidad de disponer de todo según te parezca; tienes toda posibilidad de hacer el bien que te agrade y de repente, a tu puerta llama un niño muy pequeño, todo tembloroso, con lagrimas en los ojos, pero con gran confianza en tu bondad y te pide un pedazo de pan para no morir de  hambre, ¿Cómo te comportarías con este niño?  Contéstame, hija Mía.  Y dije: Jesús, le daría todo lo que me pida, pero también mil veces más.  Y el Señor me dijo:  Así Me comporto Yo con tu alma.  Durante estos ejercicios espirituales no solamente te daré la tranquilidad, sino también tal disposición de ánimo, que aunque quieras inquietarte, no podrás.  Mi amor ha tomado posesión de tu alma y quiero que te fortifiques en él.  Acerca tu oído a Mi Corazón y olvídate de todo, y considera Mi inconcebible misericordia.  Mi amor te dará la fuerza y el ánimo que te es necesario en esta obra.

230                 Oh Jesús, Hostia Viva, Tú eres mi madre, Tú eres todo para mi.  Vendré a Ti, oh Jesús, con sencillez y con amor, con fe y con confianza.  Compartiré todo Contigo, como un niño con la madre amada, los gozos y los sufrimientos, en una palabra todo.

231                 Cuando pienso en que Dios se une a mí por medio de los votos o más bien yo a Él, nadie puede comprender lo que experimenta mi corazón.  Ya ahora Dios me da a conocer toda la inmensidad de su amor con el que me ha amado ya antes de los siglos, mientras yo he comenzado a amarlo solamente en el tiempo.  Su amor es grandísimo, puro y desinteresado y mi amor hacia Él es para conocerlo.  Cuanto más lo conozco, tanto (107) mas ardiente y fuertemente lo amo y mis acciones son más perfectas.  Sin embargo cuando pienso que dentro de pocos días voy a hacerme una sola cosa con el Señor por medio del voto perpetuo, un gozo tan inconcebible inunda mi alma que no logro describirlo en absoluto.  Desde la primera vez que conocí al Señor, la mirada de mi alma se ha hundido en Él por la eternidad.  Cada vez que el Señor se acerca a mí, y se produce en mí un conocimiento mas profundo, crece en mi alma un amor más perfecto.

232                 +  Antes de la confesión oí en el alma estas palabras:  Hija Mía, dile todo y descubre tu alma delante de él como lo haces delante de Mi.  No tengas miedo de nada; para tu tranquilidad pongo a ese sacerdote entre Yo y tu alma, y las palabras que te contestará son Mías.  Descubre delante de él las cosas más secretas que tienes en el alma.  Yo le daré luz para que conozca tu alma.

233                 Al acercarme a la rejilla sentí en el alma una facilidad tan grande para hablar de todo, que mas tarde yo misma me extrañaba.  Sus respuestas dieron a mi alma una tranquilidad muy profunda.  Sus palabras fueron, son y quedaran para siempre unas columnas de fuego que iluminaron y seguirán iluminando mi alma en su aspiración a la máxima santidad.

Las indicaciones que recibí del Padre Andrasz, las tengo apuntadas en otra pagina de este cuaderno [114].

234         Terminada la confesión, mi espíritu se sumergió en Dios y permanecí orando durante tres horas, y me parecieron unos pocos minutos.  Desde entonces no pongo obstáculos a la gracia que obra en mi alma.  Jesús sabia por que yo tenia miedo de tratar con Él [115], y no se ofendía en absoluto.  Desde el momento en que el Padre me aseguró que no se trataba de ningunas ilusiones, sino de la gracia de Dios, trato de ser fiel a Dios en todo.  Ahora veo que son pocos los sacerdotes que comprenden toda la profundidad de la acción de Dios en el alma.  Desde aquel momento tengo las alas desatadas para el vuelo (108) y deseo volar hacia el ardor mismo del sol.  Mi vuelo no se detendrá hasta que no descanse en Él por la eternidad.  Si volamos muy alto, toda la oscuridad, la niebla y las nubes las tenemos debajo de los pies y toda la parte sensitiva de nuestro ser tiene que someterse al espíritu.

235                  Jesús, deseo la salvación de las almas, almas inmortales.  En el sacrificio desahogaré mi corazón, en el sacrificio que ni siquiera alguien sospecha; me anonadaré y quemaré inadvertidamente en el sagrado fuego del amor de Dios.  La presencia de Dios es la ayuda para que mi sacrificio sea perfecto y puro.
236                     Oh, qué equivocas son las apariencias y los juicios injustos.  Oh, cuantas veces la virtud sufre la opresión solo porque es silenciosa.  Convivir sinceramente con quienes molestan continuamente, eso requiere un gran espíritu de sacrificio.  Uno siente que sangra, pero las heridas no se ven.  Oh Jesús, cuantas cosas nos revelará solamente el ultimo día.  ¡Que alegría! De nuestros esfuerzos no se pierde nada.

237                    La Hora Santa.  En esta hora de adoración conocí todo el abismo de mi miseria.  Todo lo que hay de bueno en mi, es Tuyo, Señor, pero como soy tan miserable y pequeña, tengo el derecho de contar con Tu infinita misericordia.

238                    El anochecer, Jesús, mañana por la mañana he de pronunciar los votos perpetuos [116].  Pedí a todo el cielo y la tierra, y todo lo que existe llamé a agradecer a Dios por esta gran e inconcebible gracia.  De repente oí estas palabras:  Hija Mía, tu corazón es el cielo para Mí.   Todavía un momento de oración y después hay que salir corriendo ya que nos echan de todas partes, porque arreglan todo para mañana; la capilla, el refectorio, la sala, y la cocina, y nosotras debemos acostarnos (109).  Pero de dormir ni hablar.  La alegría quitó el sueño.  Pensaba ¿qué habrá en el cielo si ya aquí, en este destierro, Dios colma mi alma de tal modo?

239                    La oración durante la Santa Misa en el día de los votos perpetuos.  Hoy dejo mi corazón en la patena donde esta colocado Tu Corazón, Jesús, y hoy me ofrezco junto a Ti, a Dios, Padre Tuyo y mío, como victima de amor y de adoración.  Padre de misericordia, mira la ofrenda de mi corazón, pero a través de la herida del Corazón de Jesús.

1933 año V. 1 día.

La unión con Jesús en el día de los votos perpetuos.  Oh Jesús, Tu Corazón desde hoy es mi propiedad y mi corazón es Tu propiedad exclusiva.  El simple recuerdo de Tu Nombre, Jesús, es una delicia para mi corazón.  De verdad, no podría vivir ni un instante sin Ti, oh Jesús.  Hoy mi alma esta anegada en Ti, como en su único tesoro, Mi amor no conoce impedimentos en dar pruebas a su Dilecto.

Las palabras del Señor Jesús durante los votos perpetuos:  Esposa Mía, nuestros corazones están unidos por la eternidad.  Recuerda a quien [te] has consagrado… no es posible referir todo.

Mi petición [hecha] en el momento cuando me postré en cruz bajo el paño fúnebre [117].  Rogué al Señor que me concediera la gracia de no ofenderle nunca, con ningún pecado, ni el más pequeño, ni tampoco con una imperfección, voluntaria y conscientemente.

Jesús, en Ti confío, Jesús, Te amo con todo el corazón.

En los momentos más difíciles Tú eres mi Madre.

Por amor hacia Ti, oh Jesús, yo muero hoy completamente para mi misma y empiezo a vivir para la mayor gloria de Tu santo Nombre.

(110)          +  El amor.  Por amor, oh Santísima Trinidad, me ofrezco a Ti como victima de adoración, como holocausto de mi total anonadamiento y con este anonadamiento de mi misma, deseo la exaltación de tu Nombre, oh Señor.  Como un pequeñito pimpollo de rosa me arrojo a Tus pies, oh Señor; que el perfume de esta flor sea conocido solamente por Ti.

240            Tres peticiones en el día de los votos perpetuos, Jesús, yo sé que en el día de hoy no me negaras nada.

Primera petición.  Oh Jesús, mi amadísimo Esposo, Te ruego por el triunfo de la Iglesia, sobre todo en Rusia y en España, por la bendición para el Santo Padre Pío XI y todo el clero, por la gracia de conversión para los pecadores empedernidos; Te pido, oh Jesús, una bendición especial y luz para los sacerdotes ante los cuales me confesaré durante toda mi vida.

Segunda petición.  Por una bendición para nuestra Congregación, por gran fervor en la Congregación.  Bendice, oh Jesús, a la Madre General y a la Madre Maestra, y a todo el noviciado, y a todas las Superioras, a mis queridísimos padres; concede, oh Jesús, Tu gracia a nuestras alumnas, fortalécelas firmemente con Tu gracia para que las que dejan nuestras casas, no Te ofendan mas con ningún pecado.  Oh Jesús, Te ruego por la patria, defiéndela de los ataque de los enemigos.

Tercera petición.  Oh Jesús, Te ruego por las almas que mas necesitan la oración.  Te ruego por los agonizantes, sé misericordioso con ellos.  Te ruego también, oh Jesús, por la liberación de todas las almas del purgatorio.

Oh, Jesús, Te recomiendo las personas siguientes:  mis confesores, las personas recomendadas a mis plegarias, ciertas persona…., el Padre Andrasz, el Padre Czaputa y aquel sacerdote que conocí en Vilna [118], que ha de ser mi confesor, cierta alma…(111) y cierto sacerdote, cierto religioso a quien – Tu lo sabes, Jesús – debo muchísimo, y todas las personas que son recomendadas a mi plegaria.  Oh Jesús, en este día Tú puedes hacer todo para aquellos por los cuales Te ruego.  Para mi Te ruego, Señor, transfórmame completamente en Ti, mantenme siempre en el santo fervor para Tu gloria, dame la gracia y la fuerza del espíritu para cumplir en todo Tu santa voluntad.  Te agradezco, oh mi amadísimo Esposo, por la dignidad que me has ofrecido y especialmente por las insignias reales que desde hoy me adornan, y que ni siquiera los Ángeles tienen, que son; la cruz, la espada y la corona de espinas.  Pero sobre todo, oh Jesús mío, Te agradezco por Tu Corazón.  Él me basta por todo.

Oh Madre de Dios, Santísima Maria, Madre mía, Tu ahora eres mi Madre de modo más particular y esto porque Tu amado Hijo es mi Esposo, pues los dos somos Tus hijos.  Por consideración a Tu Hijo, debes amarme, Oh Maria, Madre mía amadísima, dirige mi vida interior de modo que sea agradable a Tu Hijo.

+ Oh Santo, Omnipotente Dios en este momento de la enorme gracia con la cual me unes a Ti para siempre, yo, pequeña nulidad, me arrojo a Tus pies con el mayor agradecimiento, como una pequeña, desconocida florecita y la fragancia de esta flor de amor subirá todos los días a Tu trono.

En los momentos de la lucha y los sufrimientos, de las tinieblas y las tempestades, de la añoranza y la tristeza, en los momentos de las pruebas difíciles, en los momentos en los cuales no seré comprendida por ninguna criatura y mas bien seré condenada y despreciada por todos, recordaré el día de los votos perpetuos, el día de una inconcebible gracia de Dios.

(112)                                                                                                                          1 V 1933

      241         JMJ.  Propósitos especiales de los ejercicios espirituales.  El amor al prójimo primero:  ser servicial con las hermanas; segundo:  no hablar de los ausentes y defender el buen nombre del prójimo; tercero:  alegrarse de los éxitos del prójimo.

242         + Oh Dios, cuanto deseo ser una niña pequeña.  Tú eres mi Padre, Tú sabes lo pequeñita y débil que soy, pues Te ruego, tenme cerca de Ti en todos los momentos de mi vida y especialmente en la hora de la muerte.  Oh Jesús, yo sé que Tu bondad supera la bondad de la mas tierna de las madres.

243                Agradeceré al Señor Jesús por cada humillación, rogaré especialmente por la persona que me ha dado la oportunidad de humillarme.  Me anonadaré a favor de las almas.  No reparar en ningún sacrificio, tirándose bajo los pies de las hermanas como una pequeña alfombra, sobre la cual pueden no solo caminar, sino que pueden también limpiarse los pies.  Mi lugar esta bajo los pies de las hermanas.  Lo procuraré en la práctica de manera inadvertida para los ojos humanos,  Basta que Dios lo vea.
244               Han empezado ya los días grises, cotidianos.  Han pasado los momentos solemnes de los votos perpetuos, pero en el alma ha quedado mucha gracia de Dios.  Siento que soy toda de Dios, siento que soy su hija, siento que soy totalmente la propiedad de Dios.  Lo noto incluso física y sensiblemente.  Estoy completamente tranquila por todo, porque sé que el deber del Esposo es pensar en mí.  Me he olvidado completamente de mi misma.  Mi confianza está puesta sin límites en su misericordiosísimo Corazón.  Estoy continuamente unida a Él.  Veo como si Jesús no pudiera ser feliz sin mi y yo sin Él.  Aunque entiendo bien que siendo Dios es feliz en Si mismo, y para ser feliz no necesita absolutamente ninguna criatura, no obstante su bondad lo fuerza a darse a las criaturas, y esto con una generosidad inconcebible.
245               (113)  Oh Jesús mío, ahora procuraré el honor y la gloria de Tu Nombre,  luchando hasta el día     en que Tu Mismo me digas:  Basta.  A cada alma que me ha confiado, oh Jesús, procuraré ayudarla con la oración y el sacrificio, para que Tu gracia pueda obrar en ella.  Oh gran Amante de las almas, oh Jesús mío, Te agradezco por esta gran confianza, ya que Te has dignado confiar estas almas a nuestro cuidado.  Oh días grises de trabajo, para mi no son tan grises en absoluto, porque cada momento me trae nuevas gracias y la oportunidad de hacer el bien.

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