150
+ Deseo anotar un sueño que tuve sobre Santa
Teresa del Niño Jesús. Era todavía
novicia y tenía ciertas dificultades que no lograba resolver. Eran dificultades interiores relacionadas con
las dificultades exteriores. Hice muchas
novenas a varios santos, sin embargo la situación se hacia cada vez mas
pesada. Mis sufrimientos debito a esto
eran tan grandes que ya no sabia como seguir viviendo; pero de repente me vino
la idea de rogar a Santa Teresa del Niño Jesús.
Empecé la novena a esta Santa, porque antes de entrar [en el convento]
le tenia una gran devoción. Ahora la
había descuidado un poco, pero en esta necesidad, empecé a rogar nuevamente con
todo el fervor. El quinto día de la
novena soñé con Santa Teresa, pero como si estuviera todavía en la tierra. Me encubrió a mí el conocimiento de que era
santa y comenzó a consolarme, que no me entristeciera por ese asunto, sino que
confiara más a Dios. Me dijo: Yo
también sufrí muchísimo. Pero yo no
estaba muy convencida de que ella hubiera sufrido mucho y le dije que me
parecía que: Tú no sufriste nada. Pero
Santa Teresa contestó, asegurándome que había sufrido mucho y me dijo: Sepa
hermana, que dentro de tres días usted resolverá este asunto de la mejor
manera. Como yo no estaba muy dispuesta
a creerle, ella se me dio a conocer como santa.
Entonces la alegría llenó mi alma y le dije: Tú eres santa. Y ella me contestó: Si, soy santa y tú ten confianza en que
resolverás este asunto dentro de tres días.
Y le dije: Santa Teresita, dime
si estaré en el cielo. Me contestó: Estarás
en el cielo, hermana. ¿y seré
santa? Me contestó: Serás tan santa como yo, pero tienes que confiar
en el Señor Jesús. Y le pregunté si
[mi] padre y [mi] madre estarían en el cielo, si (72) [la frase sin terminar]
me contestó: Estarán. Y pregunté
todavía: Y mis hermanas y hermanos,
¿estarán en el cielo? Me contesto que
rogara por ellos mucho, sin darme una respuesta clara. Entendí que necesitaban muchas oraciones.
Fue un
sueño y según dice el proverbio [polaco]:
el sueño es una ilusión, mientras Dios es certeza, pero tal y como me
había dicho, al tercer día resolví ese difícil problema con gran
facilidad. Según me había dicho, se
cumplió en todos los detalles lo referente al asunto. Fue un sueño, pero tuvo su significado.
151 + Una vez, estaba en la cocina
con la Hermana N. [82] y ella se enfadó un poco conmigo y como penitencia me
ordenó sentarme en la mesa, mientras ella se puso a trabajar mucho, a arreglar,
a fregar, y yo estaba sentada sobre la mesa.
Otras hermanas venían y se sorprendían de que estaba sentada en la mesa,
cada una dijo lo que quiso. Una, que yo
era holgazana, otra que era extravagante.
En aquel entonces, yo era postulante.
Otras decían ¿Qué clase de
hermana será ésta? Pero, yo no podía
bajar, porque aquella hermana me ordenó, bajo obediencia [83], quedarme sentada
hasta que me permitiera bajar. De
verdad, solamente Dios sabe cuántos actos de mortificación hice entonces.
Pensaba que iba a quemarme por la vergüenza. Dios Mismo lo permitía a veces para mi
formación interior, pero el Señor me recompensó por aquella humillación con un
gran consuelo. Durante la bendición lo
vi. bajo un aspecto de gran belleza.
Jesús me miró amablemente y dijo:
Hija Mía, no tengas miedo de los
sufrimientos. Yo estoy contigo.
152
Una noche estaba yo de guardia
[84] y sufría tanto en el alma por esta imagen que debía pintar, que ya no
sabía qué hacer. Los continuos intentos
de hacerme creer que era una ilusión y por otro lado, un sacerdote me dijo que
quizás a través de esta imagen, Dios quisiera ser adorado, por eso de debía
procurar pintarla. Pero mi alma estaba
muy cansada. Al entrar en la pequeña
capilla, acerqué mi cabeza al tabernáculo y llamé (73), y dije: Jesús, mira que grandes dificultades tengo
por esta imagen, y oí una voz que salía del tabernáculo: Hija
Mía, tus sufrimientos ya no durarán mucho tiempo.
153 Un día vi. dos caminos: un camino ancho, cubierto de arena y flores,
lleno de alegría y de música y de otras diversiones. La gente iba por este camino bailando y
divirtiéndose, llegaba al final sin advertir que ya era el final. Pero al final del camino había un espantoso
precipicio, es decir el abismo infernal.
Aquellas almas caían ciegamente en ese abismo; a medida que llegaban,
caían. Y eran tan numerosas que fue
imposible contarlas. Y vi. también como
camino o mas bien un sendero, porque era estrecho y cubierto de espinas y de
piedras, y las personas que por él caminaban [tenían] lagrimas en los ojos y
sufrían distintos dolores. Algunas caían
sobre las piedras, pero en seguida se levantaban y seguían andando. Y al final del camino había un esplendido
jardín, lleno de todo tipo de felicidad y allí entraban todas aquellas
almas. En seguida, desde el primer
momento olvidaban sus sufrimientos.
154 Cuando era la adoración
de las Hermanas de la Familia de Maria [85], al anochecer, con una de las
hermanas fui a esa adoración. Cuando
entre en la capilla, la presencia de dios envolvió mi alma en seguida. Oraba así como en ciertos momentos, sin decir
una palabra. De repente vi. Al Señor que
me dijo: Has de saber que si descuidas la cuestión de pintar esta imagen y de
toda la obra de la misericordia, en el día del juicio responderás de un gran
numero de almas. Después de estas
palabras del Señor cierto temblor y un temor entraron en mi alma. No lograba tranquilizarme sola. Me sonaban estas palabras: Sí, el día del juicio divino deberé responder
no solamente de mi misma, sino también de otras almas. Estas palabras se grabaron profundamente en
mi corazón. Cuando volví a casa, entré
en el pequeño Jesús [86], caí de cara al suelo delante del Santísimo sacramento
y dije al Señor: Haré todo lo que este
en mi poder, pero te ruego, quédate siempre conmigo y dame fortaleza para
cumplir Tu santa voluntad, porque Tú puedes todo, y yo no puedo nada por mi
misma.
155
(74) + Desde hace algún tiempo
me sucede sentir en el alma cuando alguien reza por mi, lo siento
inmediatamente en el alma; y en cambio cuando algún alma me pide la oración,
aunque no me lo diga, yo lo siento igualmente en el alma. Lo siento como una inquietud, como si alguien
me llamara; cuando rezo, obtengo la paz.
156
Una vez deseaba mucho acercarme
a la Santa Comunión, pero tenia cierta duda y no me acerqué. Sufrí terriblemente a causa de ello. Me parecía que el corazón se me reventaría
del dolor. Cuando me dedique a mis
tareas, con el corazón lleno de amargura, de repente Jesús, se puso a mi lado y
me dijo: Hija Mía, no dejes la Santa Comunión, a no ser que sepas bien de haber
caído gravemente, fuera de esto no te detengan ningunas dudas en unirte a Mi en
Mi misterio de amor. Tus pequeños
defectos desaparecerán en Mi amor como una pajita arrojada a un gran
fuego. Debes saber que Me entristeces
mucho, cuando no Me recibes en la Santa Comunión.
157 + Por la noche, al entrar en la pequeña
capilla, oí en el alma estas palabras: Hija Mía, considera estas palabras: y
sumido en la angustia, oraba mas tiempo.
Cuando empecé a reflexionar mas profundamente sobre ellas, mucha luz me
ilumino que de tal fatigosa oración depende a veces nuestra salvación.
158
+ Cuando fui a Kiekrz [87], para sustituir
algún tiempo a una de las hermanas [88], una tarde atravesé la huerta y me
detuve a la orilla del lago, y durante un largo momento me quedé pensando en
aquel elemento de la naturaleza. De
repente vi a mi lado al Señor Jesús que me dijo amablemente: Lo he
creado todo para ti, esposa Mía, y has de saber que todas las bellezas son nada
en comparación con lo que te he preparado en la eternidad. Mi alma fue inundada de un consuelo tan
grande que me quedé allí hasta la noche y me pareció que estuve un breve
instante. Aquel día lo tenia libre,
destinado al retiro espiritual de un día [89], (75) pues tenia plena libertad
para dedicarme a la oración. Oh, que
infinitamente bueno es Dios, nos persigue con su bondad. Con mucha frecuencia el Señor me concede las
mayores gracias cuando yo no las espero en absoluto.
159
+ Oh, Hostia Santa, Tú estás
encerrada para mi
en un cáliz de oro,
para que en la grande
selva del exilio
yo camine pura,
inmaculada, intacta,
y que lo haga el poder de
Tu amor.
Oh, Hostia Santa, habita
en mi alma,
Purísimo Amor de mi
corazón;
Que Tu luz disipe las
tinieblas;
Tú no niegas la gracia a
un corazón humilde.
Oh, Hostia Santa, Delicia
del Paraíso,
Aunque ocultas Tu belleza
y Te presentas a mí en una
miga de pan
la fuerte fe desgarra este velo.
160 + El día de la cruzada [90] – que es el
quinto día de cada mes, cayó en el primer viernes.
Hoy es mi día para estar de guardia delante de Jesús. En este día mío, mi tarea es compensar al
Señor por todos los insultos y faltas de respeto, rogar para que en este día no
se cometa ningún sacrilegio. En aquel
día mi espíritu estaba inflamado de un amor singular hacia la Eucaristía. Me parecía que estaba transformada en el
ardor. Cuando, para tomar la Santa
Comunión, me acerqué al sacerdote que me daba a Jesús, otra Hostia se pego a la
manga y yo no sabia cual tomar. Cuando
estaba deliberando así un momento, el sacerdote impaciente, hizo una señal con
la mano para que la tomara. Cuando tomé
la Hostia que me entregaba, la otra me cayó en las manos. El sacerdote fue al final del comulgatorio
para distribuir la Santa Comunión y yo tuve al Señor Jesús en las manos durante
todo ese tiempo. Cuando el sacerdote se
acercó otra vez, le di la Hostia para que la pusiera en el cáliz, porque en el
primer momento, al haber recibido a Jesús, no pude decir que la otra había
caído solo después de haberla pasado.
Cuando tenía la Hostia (76) en las manos, sentí tanta fortaleza del amor
que durante el día entero no pude comer nada, ni recobrar el conocimiento. De la Hostia oí estas palabras: Deseaba
descansar en tus manos, no solamente en tu corazón, y de repente en aquel
momento vi. al Niño Jesús. Pero al
acercarse el sacerdote, otra vez vi la Hostia.
161
Oh Maria, Virgen Inmaculada,
Puro cristal para mi
corazón,
Tú eres mi fuerza, oh ancla poderosa,
Tú eres el escudo y la defensa para el corazón débil.
Oh Maria, Tú eres pura e incomparable,
Virgen y Madre a la vez
Tú
eres bella como el sol, sin mancha alguna,
Nada
se puede comparar con la imagen de Tu alma
Tu
belleza encantó el ojo del tres veces Santo,
Y
bajó del cielo, abandonando el trono de la sede eterna,
Y
tomó el cuerpo y la sangre de Tu Corazón,
Durante
nueve meses escondiéndose en el Corazón de la Virgen
Oh
Madre, Virgen, nadie comprenderá,
Que
el inmenso Dios se hace hombre,
Sólo
por amor y por su insondable misericordia,
A
través de Ti, oh Madre, viviremos con Él eternamente.
Oh
Maria, Virgen Madre y Puerta Celestial,
A
través de Ti nos ha llegado la salvación
Todas
las gracias brotan para nosotros
a
través de Tus manos
Y
me santificara solamente un fiel seguimiento de Ti.
Oh
Maria, Virgen, Azucena mas bella,
Tu
corazón fue el primer tabernáculo para Jesús en la tierra,
Y
por eso porque Tu humildad fue la más profunda,
Y
por eso fuiste elevada por encima de los coros de los ángeles y de los santos.
Oh
Maria, dulce Madre mía,
Te
entrego el alma, el cuerpo y mi pobre corazón,
Sé
[tú] la custodia de mi vida,
Y
especialmente en la hora de la muerte,
En
el último combate.
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